Después de varios años de movimiento cultural en el campo del arte del color y la gráfica, vemos con agrado que un conjunto de artistas articulados han trascendido, sobrepasando las fronteras geográficas y ampliando sus horizontes no solo a otras influencias, sino abriendo las vetas internas de nuestra región cultural.
Y qué mejor tema que la profusa ritualidad que distinguen a los horizontes culturales originarios que pueblan el territorio bio-socio-diverso de la Costa Chica, para desplegar con singular maestría las aperturas que nos brinda cada visual de quienes nos entregan Tierra de rituales.
El conjunto, que revela nuestra costeñía, ilumina de manera singular lo que somos en nuestra diversidad interna. Es una invitación para vernos en las “múltiples determinaciones”, como dijo un viejo alemán, no sólo en el ser que somos, despegados de lo otro, sino vistos en una fragmentación plena, pero integrada, llena de aves parlantes, lagartos que cantan, árboles sagrados, montañas transmutadas, nahuales en pendencia, ritos propiciatorios, y en general, una lluvia de símbolos que integran nuestra profusa ritualidad.
A propósito de la preservación del legado cultural tangible e intangible en Costa Chica, en otro lado he argumentado sobre la necesidad e importancia de los símbolos lingüísticos, cosa que se puede ampliar al habla, para incluir la manifestación del estar. En este punto la propuesta profunda de los artistas exponentes en Tierra de rituales, es profusa. Al estar, se supera al ser porque éste va siendo sido a cada instante y se queda en la inatrapable nada. El estar permite la cohabitación en el mundo, con los otros humanos y no humanos, vivos y no vivos, porque lo no vivo también tiene agencia en el ritual.
El conjunto también puede verse como una hibridación estética, una mezcla elegante de nuestro estar costeñ@ recreada con elementos africanos, europeos y mesoamericanos y que han conformado horizontes culturales propios y diferenciados que coexisten bajo el cobijo de la construcción socio-ambiental denominada Costa Chica.
Porque nos espaciamos en el color más vívido y en andar felino; porque del sustrato natural tomamos fuente y nos volvemos tiempo cíclico en el ritual; porque somos nahuales transmutados en humanos; porque invocamos a la Madre Tierra y al Padre Sol. Por nuestra estancia en el mundo, sean bienvenidos al gran ritual que representa la vida.
Pinotepa Nacional, Oaxaca, diciembre 28 de 2019
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