El IMEZINAL y la fragmentación

Agradezco al Dr. Nemesio Rodríguez de la Oficina Oaxaca del Programa de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad de la UNAM, a su directora nacional, la Dra. Carolina Sánchez, por la invitación a participar en esta mesa de valoración del Atlas II. Saludo también a las y los compañeros que participan en este espacio.

Cuando nos enteramos por los periódicos, el internet, la radio o la televisión sobre alguna gran inversión, algún deslumbrante despliegue de obra pública o privada, de sus impactos ambientales negativos, del desplazamiento forzado de miles de personas, de asesinatos de los defensores del territorio, de sus huérfanos que dejan, de las relaciones entre mafias del narco, estructuras del Estado y las transnacionales inversoras, las cosas se nos presentan como una realidad fragmentada, donde a veces se alcanzan a trazar ciertos vínculos, pero no llegamos a contar con una idea global y totalizante en la que se inscribe el evento. Esto es así en parte porque la fragmentación en la construcción del conocimiento occidental es una práctica histórica; y por otra parte porque así es conveniente a las estructuras de poder actuales, desvinculando los procesos amplios, enfocando a determinados actores, desenfocando a otros, y echando a andar la ideología del desarrollo justificatoria de la depredación.

Me pareció conveniente a partir de esta valoración del IMEZINAL, tender un puente entre estas realidades fragmentadas y los resultados del Atlas II, pero sobre todo que estas realidades parcializadas se construyen en relación con algo más amplio que es la fragmentación social territorial de los grupos indígenas y negros en América Latina.

Para el caso de México, Margarita Nolasco ha planteado el tema de la fragmentación social territorial como parte de las prácticas de dominación de los pueblos indígenas. Dice la autora: “Debido a la fragmentación colonial se trata siempre de una gran cantidad de minúsculos grupos que nunca se extienden más allá del municipio, pero mantienen, refuerzan y conservan su propia identidad. Se trata de pequeñas unidades ligadas al total nacional a través de su relación con alguna ciudad-mercado indomestiza o con una ciudad-cabecera regional”.

Queda clara la fragmentación como ejercicio de poder. Así se da la Primera gran fragmentación que consistió en la destrucción violenta de sociedades, economías y territorios por los invasores en la llamada Conquista. Esta se combina con otra gran fragmentación, a partir de la introducción de fuerza de trabajo asociada a la trata esclavista africana, desterritorializa a personas y colectivos, los fragmenta y los territorializa de manera subordinada en América. Así el Estado Colonial reordena y conserva las estructuras comunitarias y regionales reconfigurando la comunidad y creando las Repúblicas de Indios y los pueblos de negros, como formas de fragmentación útiles y funcionales al ejercicio del poder colonial.

La Segunda gran fragmentación se realiza en México a partir de la Ley Lerdo de 1856 que entrega al poder estatal las tierras de pueblos indígenas y éste a manos privadas por medio de las compañías deslindadoras y que concluye con el gran latifundio porfirista hasta principios del Siglo XX.

Una tercera gran fragmentación es la realizada por el Estado postrevolucionario a través de la Reforma Agraria, creando el Ejido y la Comunidad. Allí la comunidad y la región siguen vigente para el Estado operativizando estas reconfiguraciones y re-fragmentaciones que buscan consolidar un proyecto nacional y controlar corporativamente a los campesinos e indígenas. Hasta aquí el Estado como el gran fragmentador.

Lo que sigue es la cuarta fragmentación neoliberal, cuyo carácter distintivo es su carácter transnacional y el de constituirse como un nuevo modelo de acumulación a través de la apropiación y destrucción de los bienes comunes. Los Estados nacionales, independientemente de sus discursos ideológicos de izquierdas o derechas, se convierten en descarados gerentes de las transnacionales del neo-extractivismo. Esta fragmentación trasnacional la lleva al límite conduciendo a la destrucción de las estructuras comunitarias. Así se entiende la minimización de la región y la comunidad como nociones y entidades de política pública en el Estado neoliberal, dejando al sujeto aislado. Se construyen mecanismos de atención personalizada a nivel de cuentas bancarias individuales y planes que desde la petición de parte se vuelven discrecionales y que no atienden el conjunto de los sujetos cuyos problemas son compartidos y estructurales.

Se prefigura aquí algo que podría constituirse como un nuevo tipo de fragmentación que es la de la destrucción de la unicidad del ser, la del individuo. Dos ejemplos se pueden mencionar aquí: lo que en alguna parte denuncia el IMEZINAL, que es la puesta en venta del genoma de los pueblos indígenas amazónicos, donde se involucran universidades y negociantes del cromosoma; el otro son las drogas químicas que reducen a pocos años la vida de trabajadores y jóvenes, por parte de un actor que combina las ganancias de la venta de drogas con la siembra del terror para el despliegue de los megaproyectos, tal y como se puede apreciar en el Atlas.

La importancia del IMEZINAL es que no sólo reúne en un espacio virtual los impactos de estos despliegues, sino que, nos ofrece una imagen espacial de los mismos. En un ejercicio de desfragmentación, nos muestra lo que la fragmentación epistémica nos niega: una visión de conjunto; el hecho de que los proyectos están articulados, incluso nombrados a través de planes supranacionales; el llegar a comprender que una acción localizada forma parte de un conjunto mayor articulado; que el despliegue y el impacto circunscrito a un área local tiene implicaciones en el conjunto si somos capaces de lograr la visión articulada, pero sobre todo de luchar colectivamente en los diferentes espacios de acción social contra las fragmentaciones múltiples.

Y aquí los Atlas nos siguen dando lecciones, prefigurando en la segunda parte acerca de las nuevas realidades que se crean a partir de la resistencia y de defensa de los territorios indígenas y negros en América Latina: la creación de mundos nuevos, de nuevas relacionalidades, nuevos esquemas de socialidad, zonas autónomas temporales, re-creaciones de prácticas del pasado hibridándolas con nuevas propuestas, incorporación de nuevos actores como la madre tierra, el padre sol, los ríos, los mares, el aire, el suelo y el subsuelo, trasmutando la acción social hacia una dimensión cosmopolítica, que es por naturaleza desfragmentadora.

No puedo dejar de mencionar otro tipo de fragmentación que es la que sobre las unidades de escritura y memoria de equipos informáticos realizan los sistemas operativos. El de las ventanas fragmenta terriblemente por lo que se tienen que realizar desfragmentaciones recurrentes. Los sistemas libres no fragmentan, ofreciendo las cuatro libertades de ejecutar, estudiar, mejorar y compartir. Por eso es apropiado que el IMEZINAL no solo opere la desfragmentación epistémica, sino se monte sobre plataformas libres como el Openstreetmap, y no sobre Google Maps, que pertenece al circuito de las GAFAM, que tienen controlado casi todo el espacio en internet constituyendo el capitalismo de datos o el “imperio de la vigilancia”, como dice Ignacio Ramonet, donde las empresas nos vigilan mejor que los Estados, empresas digitales que también son megaproyectos.

Bienvenido el IMEZINAL y bienvenidas todas las prácticas que tiendan a desfragmentar nuestros mundos y nuestras vidas.

Un saludo a todas, todos y todes.

Xiñitityi, Huaxpala, febrero de 2023

Acerca de zigga

Hacktivista ambiental. Estudios sobre realidades en Afroindoamérica.
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