J Francisco Ziga, MC.
En el Carnaval 2007 tuve la oportunidad, por vez primera, de observar el baile de Tejorones de Santa Catarina Mechoacán en su presentación en la explanada central del pueblo. Se me reveló la diversidad de representaciones que involucra la danza al interior de la región cultural llamada “Mixteca de la Costa”. Es evidente que el Carnaval no se constriñe solo al martes, sino es una serie de eventos que van hilados, incluso mas allá del sábado anterior, cuando arranca el baile en estos días, y del miércoles que concluye. En esta ocasión puedo diferenciar tres momentos desde la irrupción en la explanada hasta la disolución del grupo una hora después.
Acto primero
Pequeños grupos de gentes, entre niños y jóvenes, gente mayor, van concentrándose en la explanada; algunos llegando por que ya saben que bailarán los Tejorones, otros respondiendo al llamado de las autoridades por los altavoces, invitando a todos a disfrutar de “la Carnaval”. Los Tejorones llegan en grupos pequeños, otros solos, después de recorrer las cruces del pueblo, en procesión, remedando lo que ocurre en Semana Santa, representando las “caídas” de Jesucristo, “rezando” y acompañando al conjunto con “música de viento” y “clarín” vocalizado. El “encabezado” del grupo ha traído de su casa una estatuilla de madera del cuerpo de Jesucristo, que aparentemente se trata del Señor de La Columna, y que cargan los Tejorones en un anda improvisada con una silla de madera y unos palos atravesados. El santo de los Tejorones ha sido adornado con algunas flores y bulbos naturales del monte. Unos Tejorones se “santiguan” y “persignan” frente a su santo en notable burla. Otros Tejorones jóvenes llevan cruces improvisadas con palos y adornadas con flores y viejos muñecos representado a Jesucristo. Los que no traen cruces se acercan a los maderos, se persignan y en un acto irreverente dan la espalda a las cruces y friccionan entre los glúteos las maderas de las cruces. Al sonar unas campanadas de la iglesia, los Tejorones se dan un saludo especial, que consiste en un abrazo lúbrico y se cargan unos a otros, remedando el saludo de la gente mayor al sonar “la oración” de las 5 de la mañana y las 6 de la tarde los días miércoles y sábados. Un Tejorón porta un incensario improvisado de un fruto de jícaro y quema en su interior chiles secos para molestar a los Tejorones y a la gente que participa como público. Las “Catalendas” observan todo, apostadas cerca de la puerta de la vieja iglesia.
Acto segundo
Intempestivamente los Tejorones que llevan sus cruces de varas adornadas con flores empiezan a lanzar gritos y aventar violentamente las cruces hacia arriba. Caminan, las recogen y nuevamente las lanzan por los aires. Algunos niños del público toman las cruces en medio de la emoción del público presente. Luego los Tejorones se abrazan por pares o tercias y se tiran al suelo, se funden en abrazos y ruedan por el piso para después quedar en descanso, unos abrazados, otros boca arriba o boca abajo. Todo es expectación entre el público allí quedan como fulminados.
Acto tercero
Un violín y una guitarra inician un son de entrada y poco a poco los treinta Tejorones y las dos Catalendas van tomando sus sonajas y haciéndolas girar, retoman y acompañan el ritmo de las cuerdas. Poco a poco se van formando en dos hileras y el sonido de las sonajas se va haciendo uniforme. De repente de una cabeza de las hileras alguien inicia con ciertos pasos que van retomando los demás. Los pasos se van tornando uniformes y al rato todos bailan. La música es monótona, no así los pasos, puesto que en los sones larguísimos que siguen se van haciendo evoluciones donde las parejas se van cambiando de sitio y el que está en un extremo tiene que llegar al otro opuesto. Luego una hilera se dirige hacia un extremo del escenario y otro grupo hacia el opuesto para dar vuelta luego y volver a encontrarse en las dos hileras. Unos Tejorones pequeños de entre seis u ocho años se equivocan en pasos, que son retomados al instante por los llamados de atención de los mayores. La mayoría baila con deleite y traslucen un gozo único que contamina al público. El baile termina en este día martes en medio de la algarabía total y algunos familiares pasan agua o algún refresco a los cansados Tejorones. Mañana volverán a bailar.
Final
Los Tejorones están mostrando que el proceso de desacralización que utiliza el grupo va más allá de la crítica inmediata acerca de los sistemas de creencias cotidianos; su núcleo está en la desestructuración misma de los sistemas rituales en los que se basa la práctica ideológica, pasando por la destrucción de símbolos nucleares como la cruz y transitando por una reconstitución del grupo a través de la práctica lúdico-lúbrica de la danza. El desplazamiento simbólico del ritual teatralizado del santo de los Tejorones hacia la centralidad de los femenino representado en los dos Catalendas pone de manifiesto la mayor importancia otorgada a lo viviente sobre lo muerto e inerte.
Por otro lado la diversidad de representaciones en la región cultural nos remite a complejos culturales diferenciados entre comunidades, que cuestionan la idea de danzas compartidas con los mismos sistemas de significación.
Santa Catarina Mechoacán, Oaxaca.
Dos de la mañana del 21 de febrero del 2007.
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Los Tejorones de Santa Catarina Mechoacán y la desestructuración de los complejos rituales, Licencia JF Ziga 2023. Creative Commons. Creative Commons-BY-SA 4.0 Internacional