Francisco Ziga.
Red Regional por un Desarrollo Sustentable de la Costa de Oaxaca.
Septiembre 2002
1.- LA SUTIL NEGACIÓN.
Cuando se habla de la Costa Chica generalmente se hace referencia geográfica a un extenso corredor, mas o menos homogéneo en términos fisiográficos, que va desde Acapulco, Guerrero, hasta Huatulco, Oaxaca, de modo que los límites estatales establecen subregiones convencionales. Pero dicha homogeneidad fisiográfica no se corresponde con una pretendida región homogénea en términos culturales, pues en dicho corredor conviven, en su porción oaxaqueña, agregados de las etnias Amuzga, Mixteca de la Costa, Afromexicana, Chatina, Zapoteca y los mestizos. Me atrevo a pensar que dicha idea de región llamada Costa Chica, esconde tras de sí, una sutil negación de las diferencias culturales y sobre todo de lo indígena Esta pluralidad, a la hora de la constitución de las diferencias, establece un más denso entramado, donde afloran no solo las posiciones del campo económico, sino también aparecen las fricciones interétnicas resultantes de las distinciones culturales. En este breve análisis hacemos referencia a los movimientos campesinos y a la lucha por la democracia política en una porción de la Costa Chica Oaxaqueña: el distrito político de Jamiltepec, limítrofe con el estado de Guerrero.
2.- DEL AUTOABASTO A LA AGRICULTURA ORGÁNICA.
Bien dice Armando Bartra ([2]) que las dos vertientes de la movilización popular tienen que ver por un lado con movilizaciones sociales reivindicativas y por el otro con luchas cívicas por la democracia política, y que hasta ahora los procesos gremiales y los despliegues ciudadanos han seguido cursos divergentes, lo que constituye “ la historia de un desencuentro”, condicionado por el hecho de que la democracia política y la justicia socioeconómica son instancias distintas –aunque complementarias- y configuran dos caras diferentes de un mismo sujeto, donde por un lado, el pueblo aparece como contingentes de ciudadanos políticamente actuantes, y por el otro, como sectores y clases gremialmente estructurados. Esta primera distinción, nos puede ayudar a proporcionar un “orden” y al mismo tiempo a establecer relaciones entre los movimientos de lucha campesina y la construcción de la ciudadanía en las últimas dos décadas del siglo pasado.
Después de la brutal represión que siguió a un periodo de lucha clandestina entre 1973 a 1975, los años subsiguientes estuvieron marcados por un reflujo del movimiento campesino. Dicho periodo de tensa calma que se prolonga hasta inicios de los ochenta estuvo fincado en el miedo creado por la represión, pero también en la desilusión resultante de las luchas infructuosas recientes.
A finales de 1979, la Presidencia de la República crea el Programa Conasupo-Coplamar, con el componente de la participación social comunitaria, con el fin de institucionalizar los descontentos y las demandas a través de los Consejos Comunitarios de Abasto, que serían instancias regionales de participación. Según el reglamento de operación del programa CONASUPO-Rural ([3]), como se llamaría después, la Asamblea de Consejo Comunitario de Abasto se constituye como “… el máximo órgano de representación de las comunidades … abastecidas por un almacén… tiene como objetivo vigilar el flujo de productos básicos hacia las comunidades, así como cuidar que el uso de la infraestructura existente sea optimizada en beneficio de éstas”. Para el caso de Jamiltepec, en 1981, se instala el Almacén Rural en San Andrés Huaxpaltepec, con su respectivo Consejo. Así se abre un nuevo frente de lucha con una demanda creada: el abasto de productos básicos e industrializados hacia las comunidades.
Las movilizaciones que por estas causas se desataron de 1984 a 1986, se dieron a través de una Coordinadora Estatal de Consejos Comunitarios, centrando las demandas en elevar la eficiencia en el abasto y contra la corrupción de los funcionarios. Contra resultados negativos, el Consejo de Huaxpaltepec emprendió un programa de autoabasto, que de 1986 a 1989 incrementó su capital en cien veces, beneficiando con ello a las comunidades a través del abasto de productos que no surtía DICONSA. Para finales de los ochenta, el Consejo de Huaxpaltepec en un Boletín informativo ([4]), se queja “hemos emprendido infinidad de luchas por obtener un abasto suficiente y oportuno y solo hemos encontrado una empresa con alta burocracia, una administración deficiente y con funcionarios desinteresados por resolver los problemas que aquejan a las comunidades”.
Pero se planteaba también la necesidad de abordar otros problemas, como el aspecto productivo y la comercialización de los productos del campo, así, a instancias del Consejo, en 1986 se constituye legalmente la Unión de Ejidos “El Despertar Campesino” integrándose los ejidos de Ixcapa, Camotinchán, Vista Hermosa, La Cañada del Totomoxtle, Costatitlán, Pie de la Cuesta, José María Morelos, El Carrizo y Buena Vista. Las demandas planteadas por la Unión ante el gobierno fueron numerosas. Solo funcionaron algunos proyectos como la comercialización de limón en José María Morelos y la distribución de insumos en los demás ejidos. Una demanda importante, la creación de una unión de crédito, nunca pudo consolidarse por la falta del capital social inicial. En la Unión también se abordaron problemas agrarios, lo que fue motivo de movilización de los campesinos para presionar a la Delegación de la Reforma Agraria en Oaxaca. Todos estos reclamos insatisfechos y su entrelazamiento con otros problemas comunitarios causaron la muerte de dos activos compañeros: Don Vidal Javier Carmona de Pie de la Cuesta, quién por ello también estuvo preso en la cárcel de Jamiltepec y Joel Martínez Viviano, de José María Morelos, integrante del Comité de Comercialización de limón en la Unión. El movimiento local para ese entonces se articulaba con la red de la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Autónomas UNORCA, enfocada a la gestión de programas y proyectos y al intercambio de experiencias organizativas y de información para el desarrollo. El “Despertar” fue un sueño campesino que se tornó pesadilla.
En 1989, el Consejo de abasto, durante una visita de Carlos Salinas a Pinotepa Nacional, demandó el reconocimiento de las pérdidas totales y parciales por ANAGSA; crédito agrícola para 1990 y aclaración de causas de las carteras vencidas; abasto suficiente, oportuno y barato por parte de DICONSA; recapitalización de tiendas campesinas ; otorgamiento de un precio de garantía mas justo para el maíz, ajonjolí y copra; concesión en la distribución de fertilizantes y azúcar; apoyo para la instalación de una tienda de materiales de construcción y productos químicos; aclaración del asesinato de Vidal Javier Carmona de Pie de la Cuesta y castigo a los culpables ([5]). Estas demandas jamás fueron atendidas.
Para finales de los ochenta y principio de los noventa, el Consejo de Abasto decide entrarle por su cuenta con los escasos recursos locales a apoyar a grupos de productores indígenas de café y miel en los procesos de comercialización. Así nace la Unión de Cafetaleros de la Costa “Al Pié de la Montaña Verde”, cuya cobertura era de cuatro localidades en tres municipios, 192 productores y 490.01 ha. En 1990 modifican su denominación, quedando como Unión de Cafetaleros de la Costa; para entonces agrupaban a 11 localidades de cinco municipios, 581 productores y 1690 ha. Para marzo de 1992 se logra el reconocimiento legal con la actual denominación de Unión de Ejidos Cafetaleros “Zona Costa” integrándose formalmente por siete ejidos, una sección y dos Unidades Económicas Especializadas de Aprovechamiento Forestal: diez localidades participantes, con 572 productores y 1,667 ha de café.
A partir de su participación en la Coordinadora Estatal de Productores de Café del Estado de Oaxaca, que aglutina a 46 organizaciones regionales, en 1999 la Unión de Cafetaleros Zona Costa determinó iniciar el proceso de producción de café orgánico. En un principio con 200 productores bajo éste sistema y actualmente son 300 los que han obtenido la certificación de OCIA INTERNACIONAL y CERTIMEX. Las metas próximas son alcanzar la certificación de 800 productores y consolidar a la organización como productora de café orgánico, con una producción de entre tres mil a cuatro mil quintales por cosecha. Este proceso de conversión ha recibido una respuesta favorable de parte de los productores, pues ha despertado el entusiasmo que generan la obtención de un sobreprecio por su producto; la adopción de técnicas basadas en el aprovechamiento de los productos locales y la sinergia que representa la relación con agentes externos preocupados también por el cuidado del medio natural. Y en la misma preocupación de asegurar mercados, han vuelto los ojos hacia la misma región, con una marca de café Chaa-Yucu para abastecer el mercado regional con un producto orgánico de alta calidad.
Un proceso mas o menos paralelo siguió la organización de apicultores. A inicios de los noventa se constituyeron como Sociedad Civil Productores de miel “Flor de Campanilla” que opera en siete comunidades indígenas de cinco municipios con una capacidad productiva de 72.25 toneladas por ciclo para el año 2000. A partir de 1997 han iniciado con la producción de miel orgánica que se exporta principalmente al mercado europeo y dentro de las redes del mercado justo. Un proyecto estratégico para ellos es el de la envasadora de miel, pues esto permitirá interactuar a nivel regional para ir armando los circuitos regionales de mercado con productos de calidad para la población local.
A raíz de un encuentro de la Red Historia, Naturaleza, Cultura y Sociedad de la Costa de Oaxaca efectuado el 21 de noviembre del año 2000, los cafetaleros y mieleros orgánicos han decidido estrechar vínculos, iniciando con acuerdos de uso compartido del territorio: los cafetaleros permiten la instalación de apiarios de la “Flor de Campanilla” en sus predios y estos a cambio reciben capacitación para la diversificación de sus ingresos. Ahora se habla ya de un frente regional de productores orgánicos para frenar el uso indiscriminado de agroinsumos químicos, capacitar a otros productores para difundir las técnicas orgánicas, intercambiar experiencias e información y generar políticas regionales de una agricultura sustentable, retomando las formas tradicionales de asociacionismo y solidaridad grupal.
3.- PRECONDICIONES Y ELECCIONES.
En 1988 en la Costa, como en muchos lugares, el electorado se volcó en las urnas no solo a votar por Cárdenas y en contra de un gobierno que ya mostraba signos de implementación de políticas neoliberales, hoy tan severamente cuestionadas, sino también contra una situación regional que ya se había tornado insoportable, pues cuando menos hasta ese año se consideraba un grave error hablar en lugares públicos sobre cuestionamientos políticos, pues una bien armada red de “perros de oreja”, actuaban como informantes de quienes controlaban la situación. Quienes se decidían a participar políticamente, andaban “en el ojo de un venado” . Los seis militantes del PPS víctimas de las guardias blancas en los setenta son solo la punta de un iceberg. El dominio económico y político durante esos años, estuvo basado en el mantenimiento de los intereses por medio de la violencia y el terror. Grupos de guardias blancas no solamente se dedicaban a resguardar los intereses en la región, sino, a la manera de una concesión, se les permitía por los gobiernos en turno, operar a cambio de mantener controladas ciertas zonas. El desarrollo de las luchas campesinas en los ochenta necesariamente pasa por éstas pruebas, pues cualquier intento de organización independiente era tildado como un desorden y desacato a los poderes locales.
Pero como no todo en esta vida se puede controlar, los lazos del “Despertar Campesino”, el Consejo Comunitario y la red UNORCA, actuaron como un factor para romper con el miedo. En el encuentro celebrado por esta red nacional en 1997 en Atoyac de Álvarez, Guerrero y donde asistió gente del “Despertar” y del Consejo, la gente ya hablaba con mucho entusiasmo de Cárdenas, aunque varios líderes de la UNORCA ya habían sido cooptados por Salinas.
El colapso financiero de uno de los grupos fuertes de la región y la llegada de un gobernador populista en el estado, permitieron el florecimiento de otras agrupaciones locales y regionales, como las Unidades Especializadas de Aprovechamiento Forestal Ejidal que se constituyeron casi en todos los ejidos de la parte serrana de Jamiltepec, así como la Unión de Ejidos Forestales “Yucutasu”, creando las condiciones de cierta independencia económica y política cuando menos de los acosantes poderes regionales.
Si para 1988 la lucha de las organizaciones sociales y económicas había trascendido los ámbitos locales, los movimientos políticos de oposición, se circunscribían hasta entonces a nivel comunitario ([6]) o a lo más a nivel municipal ([7]). Con el PRD se inician nuevas formas de hacer política al pasar de las coordinaciones locales a las redes regionales.
Los primeros intentos organizativos del PRD en el Distrito lo generan, en 1988, algunos asesores y líderes del Consejo de Huaxpaltepec. Paralelamente en un conflicto intraétnico en San Pedro Jicayán, se crea un organismo llamado “Cuarenta Tatamandones”, que impulsa un candidato municipal a la presidencia en 1989, inaugurando las administraciones paralelas: una priísta y otra perredista.
En 1991 el PRD a través de la recién creada Unión Campesina Democrática (UCD) retoma el movimiento de la zona. Reúne el primero de diciembre de 1991 en Pinotepa Nacional a 35 autoridades ejidales, municipales, ejidatarios y organizaciones campesinas de la región. En esta reunión se acordó: protestar ante el ejecutivo federal y estatal y los Congresos de la Unión y Local por las modificaciones anunciadas al Artículo 27 Constitucional, sumarse a una movilización nacional por la defensa del ejido, exigir al presidente Salinas un referéndum nacional efectivo a los campesinos de todo el país, la constitución de una organización regional campesina y una marcha-bloqueo de la carretera internacional por unas horas ese mismo día ([8]).
En 1992 se conquistan dos municipios indígenas: San Lorenzo y Santiago Tetepec. Durante 1992 a 1995 se forma la Unión Regional de Organizaciones Campesinas de la Costa de Oaxaca (UROCCO) integrada por organizaciones locales constituidas la mayoría como Sociedades de Solidaridad Social. Para este tiempo se tiene ya creada la Comisión Regional de Derechos Humanos que sería un puntal importante para el PRD en la región.
La mas fuerte presencia se hace notar en las elecciones de 1995, cuando el PRD logró importantes triunfos. Estos resultados son producto tanto de la combinación del trabajo organizativo con el movimiento político, como de la creciente corrupción de los ediles priístas en circunstancias en las que existían ya las condiciones y la cobertura para efectuar las denuncias civiles o de los partidos de oposición. En noviembre de 1995, el PRD conquista seis de los 24 municipios del Distrito de Jamiltepec: Pinotepa Nacional, Jamiltepec, Cacahuatepec, San Juan Colorado, San Sebastián Ixcapa y San Lorenzo. La diferencia de votos en algunos casos fue por amplio margen, por ejemplo en Pinotepa Nacional, donde 4,696 votaron por el PRD, mientras que 3,545 por el PRI.
Pero en estos resultados notamos un aspecto que aflora en varios municipios de la Costa: algunos sectores de la burguesía agraria y comercial desplazados políticamente de las filas del PRI han apoyado velada o abiertamente al perredismo, canalizando fondos o especies hacia los movimientos y transmutándose la lucha de los partidos en espacios de competencia entre distintos grupos de poder, que se disputan el control de los espacios municipales y todo lo que implica la administración de los recursos económicos, la administración de los patrimonios e infraestructuras municipales, el uso de los espacios públicos para la instalación de ciertos negocios lícitos o ilícitos, la administración de la “justicia de paso” y el de los cuerpos de las policías municipales que a veces se tornan estratégicos. Y afloran aquí los fraccionamientos, que a la hora de las elecciones, truenan muchas veces contra las posibles victorias. La desilusión aparece en la ciudadanía cuando los mismos líderes reconocen que “…no estamos listos para la democracia al interior de nuestro partido y por eso nuestros candidatos a diputados no los elige nuestra militancia, sino son designados desde el centro”. Entonces, ¿cuál democracia?.De los otros partidos, ya ni hablemos.
Aún con todo, corresponde en una buena parte, al PRD el mérito de haber abierto la posibilidad de que la gente pudiera manifestarse en las urnas con cierta libertad; de abrir espacios a la participación en las coordinaciones sociales integradas; de empezar a hablar de la existencia de los derechos humanos, políticos y ciudadanos; pero esto hubiera sido aún más difícil si no es por la lucha campesina antecedida y que a la manera de una guerra sorda, segó vidas que han quedado en la impunidad.
4.- LA OTRA COSTA CHICA Y EL OTRO CAMPESINADO
La construcción de la idea de la región llamada Costa Chica, necesariamente pasa por la perspectiva de homogeneización cultural, y al igual que la regionalización política, constituyen la negación de la diversas formas culturales indígenas, con sus estructuras organizativas, sistemas de cargos, relaciones intra e intercomunitarias y sus usos y costumbres en general. Esa otra Costa Chica ha aparecido en los reclamos que intermitentemente hacen brotar los indígenas, los campesinos y los electores.
El nuevo campesinado indígena –terca y calladamente- sin muchos aspavientos, está mostrando hoy, lecciones inéditas de construcción de espacios democráticos, mostrando que son una vía de construcción societal; de diseño de estrategias asociativas y participativas novedosas; de hermanamiento e identificación franca entre organizaciones a través de acuerdos de respeto a la palabra; de respeto a la naturaleza con la puesta en marcha de formas productivas y uso de tecnologías de bajo impacto ambiental. En pocas palabras, superando con creces la miopía empresarial de ganancias rápidas con altos costos socioambientales; de la miopía institucional que sigue impulsando modelos de desarrollo agrícola ineficientes y depredadores y de la miopía política de aquellos que, bajo la bandera de la democracia, pretenden seguir perpetuando formas de relación excluyentes económica, política y culturalmente.
El nuevo campesino, que participa en las coordinaciones sociales y se preocupa por su ambiente, está buscando ahora su inclusión en los poderes municipales, no solo en la perspectiva del acceso a los recursos financieros, sino con la idea de la reconstrucción del territorio que implican sus nuevas demandas. El caso de Ecosta Yutu Cuii así lo muestra.
Y en una transfiguración permanente, se pasa de un campesino callado a otro disidente; de representante acotado por instrucciones gubernamentales, a otro abierto a problemáticas diversas; de un campesino aislado en su parcela, a otro que participa en redes regionales e internacionales; de ser un agricultor convencional a otro preocupado por su ambiente natural; de ser un campesino, a ser un elector.
[1] Ponencia presentada en Seminario de Antropología Política en el taller EL ESTUDIO DE LOS PROCESOS ELECTORALES EN EL ESTADO DE OAXACA. 13 y 14 de septiembre 2002. Oaxaca, Oax. CIESAS-CONACYT. Publicado en la revista FANDANGO No 3. invierno 2003, Pinotepa Nacional, Oaxaca.
[2] En Guerrero Bronco. Campesinos, ciudadanos y guerrilleros en la Costa Grande. Ed. Sinfiltro, México. 1977, 196 pp.
[3] Reglamento expedido en 1986, por Diconsa Rural.
[4] Año 2, nº 2, mayo de 1989.
[5] Carta abierta. Diciembre de 1989.
[6] Como la presencia del sinarquista Partido Demócrata Mexicano en la comunidad afromestiza de José María Morelos y el PPS en Jamiltepec.
[7] El PARM en los pueblos negros de “la llanada” y el PFCRN en Huaxpaltepec, con triunfos electorales municipales en 1980, 1983 y 1989.
[8] Acta de acuerdos. 1º diciembre 1991.
Creative Commons License
LAS TRANSFIGURACIONES PERMANENTES: CAMPESINOS Y ELECTORES EN LA COSTA DE OAXACA by José Francisco Ziga Gabriel 2023. Licensed under a Creative Commons Atribución-Compartir Igual. 4.0 Internacional.