Francisco Ziga Gabriel, INI Jamiltepec, Oaxaca.
"Soy Nahual de gavilán, soy dueño del firmamento Soy un indio natural, y animal al mismo tiempo Desde que empecé a volar, voy donde me lleva el viento"
[Fragmento de la Chilena El Tacuate. Festival 2001. Jamiltepec. Oax.]
Quiero primero externar mis sinceros reconocimientos la Maestra Francoise Vatant y al grupo de alumnos que hacen posible que podamos tener en las manos la Primera radiografía de una experiencia colectiva de campo en la zona Tacuate y al mismo tiempo también agradecer que me hayan concedido la posibilidad de estar entre ustedes para efectuar algunos comentarios respecto a esta entrega.
Es necesario decir que a pesar de que llevo ya alrededor de 15 años en la Costa Chica de Oaxaca, interactuando con representantes de comunidades del Distrito de Jamiltepec dentro del Programa de Abasto Rural de Diconsa y el Instituto Nacional Indigenista, de haber visitado La Humedad Ixtayutla desde 1987 después de caminar seis horas desde El Duraznal, no puedo menos que sorprenderme al leer la Radiografía Tacuate.
Y es que el texto nos va llevando de la mano por una región desconocida para muchos, llena de costumbres no relatadas hasta ahora, trasmitiendo olores y sabores que nos resultan extraños por no haber ni siquiera pensado en ellos alguna vez, por senderos ignotos y montañas que guardan secretos y seres insondables, conociendo piedras con poderes sobrenaturales o animales fantásticos nunca imaginados, por bosques llenos de luces, sombras, venados y aves de múltiples colores. Pero también mostrando la cara de los indios olvidados de siempre, de los niños azotados por la desnutrición, de las mujeres sometidas por el machismo que a veces raya en la barbarie, de la falta de servicios y oportunidades educativas a los que todos deberíamos tener acceso y también a la violencia, que a los ojos de la sociedad regional pareciera como consustancial, pero que tiene a veces visible o soterrada, la función de mantenimiento de los poderes locales para hacer posible el saqueo de sus recursos naturales. La violencia que en algún momento se comenta en la Radiografía y que tiene que ver con el control por el poder municipal, sigue afectando a las familias actualmente.
Ixtayutla, para la mayoría de los costeños, es un gran desconocido. El referente inmediato es el tacuate de calzón ancho con animalitos despintados en su cotón, las mujeres de pozahuanco donde predomina el color naranja o de plano el lugar donde se venden las mujeres “dicen que puedes conseguir hasta de cinco mil pesos por una jovencita”.
Y es que resulta que cuando se habla de la Costa Chica generalmente se hace referencia geográfica a un extenso corredor, mas o menos homogéneo en términos fisiográficos, que va desde Acapulco, Guerrero, hasta Huatulco, Oaxaca. La porción central de este corredor lo constituye el Distrito de Jamiltepec, con sus dos poblaciones de importancia: Pinotepa en el ámbito comercial e institucional, y Jamiltepec, en el ámbito administrativo-judicial, en donde entran en relación directa los Tacuates de Ixtayutla. Pero dicha homogeneidad fisiográfica no se corresponde con una pretendida región homogénea en términos culturales, pues en dicho corredor conviven, en su porción oaxaqueña, agregados de los grupos culturales Amuzgo, Mixteco, Tacuate, Afromestizo, Chatino, Zapoteco y los mestizos. Me atrevo a pensar que dicha idea de región llamada Costa Chica, esconde tras de sí, una sutil negación de las diferencias culturales y sobre todo de lo indígena Esta pluralidad, a la hora de la constitución de las diferencias, establece un denso entramado, donde afloran no solo las posiciones del campo económico, sino también aparecen las fricciones interétnicas resultantes de las distinciones culturales. La construcción de esta idea de región -la Costa Chica-, necesariamente pasa por la perspectiva de homogeneización cultural, y constituye la negación de la diversas formas culturales indígenas, con sus estructuras organizativas, visiones del mundo, sistemas de cargos, relaciones intra e intercomunitarias y sus usos y costumbres en general. Esa otra Costa Chica ha aparecido en los reclamos que intermitentemente hacen brotar los indígenas en los diferentes frentes de lucha.
Creo que buena parte de la discriminación se da para tratar de mantener viejos sojuzgamientos. Recuerdo ahora una escena que presencié el 4 de julio del 2002 en Jamiltepec, donde la discriminación y el trato despectivo y humillante se encuentra directamente relacionado con los roles desempeñados en los procesos de trabajo, de modo que las relaciones interpersonales de trato los refuerzan. Se trata de un breve intercambio entre un mestizo de Jamiltepec y un indígena Tacuate de Ixtayutla. El mestizo da indicaciones sobre la forma que se efectuará la siembra de maíz: Mestizo:- “le siembras bien tú, ¿he?. Tacuate:- “Como, ¿en surco?”. Mestizo: “No, eso no se usa aquí, eso solo se usa en tu pueblo”. “a ésta gente –afirma regresando la vista hacia nosotros- hay que decirle como tiene que hacer las cosas…” “¡quiero que trabajes como hombre! –dirigiéndose al Tacuate. El indígena permanece callado y solo ríe a veces. Finalmente el mestizo en una versificación afirma: Y eso digo / lo discuto/ pa’ los indios/ el Instituto, haciendo una referencia clara al Instituto Nacional Indigenista.
Pero hay otro motivo de discriminación y que tiene que ver con comportamientos que hasta cierto punto se consideran “normales”. Por ejemplo la costumbre de referirse con el término sha a algún indígena. El término es despectivo, se utiliza a alguien que es terco o que entiende y habla poco español y es propio de toda la Mixteca de la Costa, pero como los de Ixtayutla son los que menos hablan español, pues se asocia generalmente a ellos. La misma discriminación se traslada hacia la Radio del INI –que trasmite en mixteco, chatino, amuzgo y español- por parte de mestizos de Jamiltepec, pues despectivamente se le llama Radiu Sha, que podría significar “la radio de las Sha o de los indios”. Creo que este tipo de comportamientos está fincado primero en la ignorancia respecto a otras formas de vivir la cultura, en el desconocimiento del otro, en considerar que puede haber algo “atrasado” y “adelantado”, lo que conduce a la falta de respeto hacia las formas de ser de lo indígena.
Aquí cae la importancia de la Radiografía Tacuate. Nos lleva de la mano para comprender y conocer al otro. Pero no es cualquier otro, son los Tacuates, los siempre discriminados y explotados en una u otra forma. No olvidemos que hasta en el cine nacional se utilizó el término, con una fuerte carga despectiva; Tizóc que se personifica por Pedro Infante, es llamado por los mestizos “indio Tacuate” y vivía, dentro de la trama de la película, en las montañas mas inaccesibles.
Otro aspecto de importancia es que también invita y provoca hacia la reflexión teórica sobre la etnicidad. Hoy, que los grupos indígenas pasan por procesos de reconstitución étnicos y están reclamando cada día su inclusión dentro de una nación pluricultural a través del ejercicio de sus autonomías, lo menos que podemos hacer es entender sus culturas, y relaciones para pasar del papel a los hechos.
El carácter polisémico del término Tacuate se inscribe en las perspectivas antiesencialistas de la etnia, porque como dice Benjamín Arditi en El reverso de la diferencia (2000:7): “Se puede estudiar los fenómenos sociales como sistemas de significación, esto es, como sistemas de diferencias. Para estas tradiciones constuctivistas y profundamente anti-esencialistas, el valor de un término discursivo no es intrínseco, sino puramente relacional (Por ejemplo en Bourdieu) y, por ende, extrínseco: surge como resultado contingente de prácticas articulatorias, lo cual quiere decir que el valor de un término puede ser modificado a través de otros modos de articulación […] el sistema de diferencias que denominamos lenguaje carece de neutralidad valorativa; el lenguaje está surcado por relaciones de poder y su uso cotidiano refleja y reproduce desigualdades”.
Finalmente felicito a los autores por la labor que implica la Radiografía Tacuate, a la ENAH por abrigar este tipo de proyectos y a ustedes por el interés de asistir este evento.
[1] Texto leído en la presentación del libro el 17 de julio del 2003, en la ENAH México, D.F. y publicado en el número 2 del periódico OPINIÓN, 4 de febrero 2004, Pinotepa Nacional, Oaxaca.
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