La ilusión del desarrollo: bases para un replanteamiento desde la Hermenéutica

José Francisco Ziga Gabriel, MC.

zigga@autistici.org

2/16/2007

§ 1. Las referencias a la noción de desarrollo están generalmente asociadas a cierta idea de lo que pudiera significar, de manera que se piensa poco en ello, tal vez por creerse redundante aludiendo a la claridad del concepto y, pensando en ello, que carece de sentido discutir sobre su naturaleza; o porque está operando allí algún procedimiento oscuro, que encubre y desfigura. Lo anterior obliga a abrir la discusión sobre la pregunta que interroga acerca de la naturaleza del desarrollo.

§ 2. Se piensa el desarrollo como sinónimo de “cambio”, “progreso”, “desenvolvimiento”, “progresión”, “bienestar”, “crecimiento”, “evolución”, todo ello enmarcado y medido dentro de las coordenadas de espacio y tiempo. Esto es, no se está haciendo alusión a una definición única y clara. Sin embargo, media aquí un denominador común: se le piensa como lo por venir.

§ 3. Ante la carencia de la pregunta y las respuestas sobre la naturaleza del desarrollo, se tiene que construir la pregunta misma. Para ello, en dicha formulación se requiere “ver a través” de ella adecuadamente, es decir, tal preguntar tiene que buscar una dirección previa y ver a través de sí, desde el primer momento en todas las direcciones de los caracteres de la pregunta misma. Si se piensa al desarrollo como el desarrollo del sujeto en un tiempo y espacio, entonces la interrogación tiene que “ver” a través del sujeto mismo y en las formas temporales en como se constituye. Tal acometida es posible mediante los instrumentos de la filosofía.

§ 4. La idea del desarrollo se finca desde la concepción aristotélica del tiempo como “lo numerado del movimiento”. El concepto hegeliano de desarrollo, de donde despega el pensamiento moderno, nos remite al movimiento como una característica de la cosa. Para Hegel la cosa no se reduce a su fin sino que se halla en su desarrollo, es decir, el resultado no es el todo real, sino que lo es en unión con su devenir. Las críticas al idealismo hegeliano no desestructuran su noción de tiempo; es mas, la refuerzan, como es el caso de la crítica desde el marxismo.

§ 5. Llamo “nociones neohegelianas del desarrollo” a aquellas posiciones que enfatizan hacia un estado de cosas deseables por venir, lo que presupone una concepción determinada, lineal, del tiempo: por un lado aquellas que la ven en el proceso de transición hacia una economía capitalista; por otra, las visiones sobre el aumento en la calidad de vida.

§ 6. Lo más inmediato y a la mano en la noción de desarrollo es el tiempo, pero casualmente es lo menos interrogado. Así, es necesario el análisis del tiempo para poner en libertad las interpretaciones que permitan construirlo como una categoría de análisis más que como un sustrato inmanente y por donde discurren los fenómenos.

§ 7. Si la idea de desarrollo se sostiene desde la linealidad del tiempo, el cuestionamiento de éste repercute inexorablemente sobre aquél. Para Heidegger el concepto vulgar del tiempo tiene sus bases en dos aspectos: por un lado en la concepción cristiana que plantea “el principio y el final de los tiempos” y por el otro en la concepción aristotélica del tiempo que influye hasta Hegel y Marx. Dicha representación del tiempo tiene, para Heidegger, sus derechos naturales, pero surge de la temporalidad del ser, es decir del tiempo originario, que lo crea. El tiempo lineal hace que se comprenda la historia inmediata como un gestarse de fases sucesivas en el tiempo.

§ 8. Al tiempo ordinario corresponden las significaciones de “futuro”, “pasado” y “presente”. El tiempo “propio” u “originario” se caracteriza por tres dimensiones: el sido, presente y advenir y la conjugación de las mismas. Sido, presente y advenir interactúan y se alcanzan mutuamente, lo que funda el tiempo originario. Este se constituye primariamente desde el advenir o dejar venir a sí lo que aún no es. El mutuo alcanzarse y constituirse recíproco del sido, el presente y el advenir sólo es posible mediante la “configuración circular del advenir como retrovenir”. Heidegger llama a esto ‘la unidad extática de la temporalidad’ o el ‘iluminante mutuo alcanzarse de los tres éxtasis del tiempo’. Esto es lo que constituye el estado de abierto de la existencia humana como tal. Existe, en esta lógica, una co-originariedad del sujeto y el tiempo, pues el tiempo no es hechura del hombre ni el hombre es hechura del tiempo (Del Moral).

§ 9. El desarrollo desde el tiempo común se plantea como un eterno devenir (Hegel); para la concepción originaria, que no separa al tiempo del ser, el desarrollo equivale a un advenir retroviniente (Heidegger) o, lo que es lo mismo, a un retorno de lo posible. La concepción originaria del tiempo nos puede servir para explicar las formas de constitución de los diversos tiempos existentes en una sociedad determinada.

§ 10. ¿Cómo se articula la red de retornos y el acceso a lo originario? La significación del retorno solamente puede explicarse si el mundo está “antes” que las cosas individuales, en cuanto es el horizonte de retornos dentro del cual, solamente algo puede tematizarse. El horizonte-contexto no se revela como una estructura de nexos entre cosas, sino como un sistema de significados. Ser para las cosas significa en ésta perspectiva pertenecer a una totalidad de retornos que es dada ante todo como sistema de significados (Vattimo).

§ 11. Los eventos inaugurales que rompen la continuidad del mundo precedente y fundan uno nuevo, retornando, son eventos de lenguaje, y su sede es el habla en Heidegger. El acontecer del ser es, en definitiva la transmisión o tradición de mensajes lingüísticos (Gadamer, citado por Vattimo). Sólo de esa manera puede entenderse el planteamiento de la co-originariedad del tiempo y del sujeto.

§ 12. Si una característica del mundo es la diferencia, el acceso a lo originario es, para Heidegger, el acceso a la diferencia. Es lo originario que, en su diferencia del ente siempre-presente en el mundo constituye el horizonte del mundo, el cual lo determina, lo entona, lo delimita y encuadra en sus dimensiones constitutivas

§ 13. A partir de la temporalidad, es posible pensar un sujeto y su constitución como un juego de fuerzas, pero que también es precedida por ese mismo juego. La clave para entender lo anterior está en el retorno, pues el sujeto retorna a sí como un sistema de significados. Ser significa aquí pertenecer a una totalidad de retornos.

§ 14. En situaciones de fricción entre sujetos sociales, es común encontrar una tensión entre las diversas formas de temporalidad. En las formaciones multiétnicas, como es el caso de México, las sociedades tradicionales (indígenas-campesinas) se temporacían primariamente desde el sido, enfatizando la tradición y “la costumbre”, es decir, la reiteración. Su temporalidad apunta hacia la circularidad que le proporciona la reiteración que se asoma en los ciclos rituales-festivos. Esta renovación, trastoca el tiempo lineal y lo desarticula.

§ 15. La sociedad dominante que vive la modernidad está atrapada por el presente, su temporalidad otorga primacía a la “avidez de novedades” (Heidegger), lo que conduce a la idea de “progresar”. La reproducción de desigualdades a través del lenguaje tiene que ver con un manejo construido de la noción de tiempo, que ciertamente pertenece al pensamiento occidental. Así, quienes en una región se piensan dueños de la modernidad, también reconocen que existen otras sociedades “más avanzadas”, o más “modernas”, configurando un tiempo estratificado. La entización occidental del tiempo hace que éste se vuelva un bien del cual se puede disponer y se concibe como la base de la acumulación. Es decir, el tiempo impropio, lineal, serial, base de la idea del desarrollo, está actuando como un importante medio de construcción de subjetividades favorables a la dominación de diversos tipos.

§ 16. El reto es construir una noción de desarrollo no sustancialista, no lineal, que no sea una apuesta al futuro, porque todas las promesas de la modernidad (capitalismo, socialismo) han fracasado, sino una que: 1) parta de recuperar lo sido en lo que tiene de reiterable y favorable a partir de un proceso de reconstitución social en todos los niveles y en diferentes ámbitos de la vida; 2) admita la posibilidad de construir mundos posibles con “futuros” entendidos como retornos al ser, a partir del advenir retroviniente, como “posibilidad heredada, pero sin embargo elegida”, y 3) piense la diferencia como diferencia, abriendo las diversas dimensiones del mundo y los disloque (Vattimo), es decir, la posibilidad de construir un sujeto que no separe existencia y sentido. Lo anterior implica un retorno al territorio a través de las construcciones autonómicas regionales y la expansión del presente para el advenimiento construido del mundo deseable.

BIBLIOGRAFÍA

1. Del Moral J, M. 1998. Subjetividad y temporalidad. Universidad Autónoma Chapingo, México. 176 pp.

2. Hegel G, W F. 1985. Fenomenología del espíritu. Traducción de Wenceslao Roces. 1ª edición, sexta reimpresión. FCE, México. 483 pp.

3. Heidegger, M. 1998. El ser y el tiempo. Traducción de José Gaos. 2ª edición, tercera reimpresión. FCE, Colombia. 478 pp.

4. Vattimo G. 1992. Más allá del sujeto. Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica. Paidós. España. 104 pp.

5. Ziga G, J F. 2005. El Castillo de naipes: tiempo, sujeto y desarrollo. Tesis de Maestría. MCDRR. Universidad Autónoma Chapingo.

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Acerca de zigga

Hacktivista ambiental. Estudios sobre realidades en Afroindoamérica.
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