Comentario del libro «Queridato, matrifocalidad y crianza entre los afromestizos de la Costa Chica» de Cristina Díaz Pérez.

Francisco ZIGA, CCDI Jamiltepec,

febrero 2004.

Sin duda hacer un comentario sobre el libro “Queridato, matrifocalidad y crianza entre los afromestizos de la Costa Chica” resulta una tarea sumamente complicada, porque su autora, la Maestra Cristina Díaz está abordando un tema en el que construye –o reconstruye- de manera extraordinaria, “un rompecabezas”, como ella misma lo afirma, a partir de los fragmentos que re-cobra, de-canta, de-clara, analiza y ordena sobre la realidad costeña. En ese sentido es un rompecabezas coherentemente armado mediante una intervención singular: con los pueblos afromestizos y su gente. Eso le otorga una validez fuera de lo común porque le permite avanzar hacia una posición antiesencialista; es decir que parte de la realidad y retorna a ella; que parte de “lo visto” y “lo a la mano” y regresa con “lo pensado”; donde contra lo sumamente abstracto de muchos estudios sociales, se nos habla de la vida cotidiana de nuestros pueblos.

También es un rompecabezas en otro sentido, porque nos permite romper con visiones simplistas de las relaciones matrimoniales y de parentesco al reconocer las diferencias e interrelaciones entre lo que llama el matrimonio ideal y el queridato. A partir de reconocer la coexistencia de ambos tipos de alianza, se sostiene que el queridato es el agente ordenador en las relaciones de matrifocalidad y cesión de hijos.

La autora nos describe en una forma al mismo tiempo profunda y sucinta, los antecedentes históricos básicos de las relaciones sociales derivadas del esclavismo colonial y de las condiciones de deculturación, pero también de reinvención de la cultura negra en América y la posibilidad de concebirlas como culturas subsumidas a las estructuras y relaciones capitalistas. Aquí se tiende un puente entre cultura y economía al construir el apartado de “Repercusiones del fenómeno migratorio” que alude a las recomposiciones en las estructuras de parentesco derivadas de la reinserción de las poblaciones locales en la economía global por medio de la estabilización de la corriente migratoria de la fuerza de trabajo, un fenómeno tan actual como reordenador.

La noción de grupo doméstico es considerada aquí como una categoría operativa para demostrar la articulación de los tres fenómenos fundamentales examinados; así en el análisis de los resultados cuantitativos identifica y diagrama 102 tipos morfológicos de los grupos domésticos en representaciones esquemáticas que incluyen los patrones de residencia. A su vez se agrupan en seis modelos o prototipos morfológicos donde el grupo doméstico nuclear ocupa solo el 33.5 % de la muestra de 454 grupos diferentes encuestados. Entre los modelos desprovisto, compuesto, extenso y mas extenso suman el 59 % de la muestra, donde se ubican las relaciones matrifocales mas fuertes con un papel fundamental de la mujer afromestiza en la reproducción de las unidades domésticas. Aquí caemos en cuenta de que si el título del libro alude a conceptos poco comunes como queridato y matrifocalidad, que parecen lejanos y abstractos, lo real es que es un trabajo que estudia lo mas concreto y cercano a todos nosotros: la familia y sus relaciones; pero tan cercano como a veces desconocido.

En el libro se distinguen dos tipos de alianzas matrimoniales: por un lado el matrimonio ideal con una serie de pasos rituales hasta llegar a el casamiento civil y religioso de acuerdo con las normas sociales, y por el otro, el queridato o matrimonio consensual no sancionado por actos formales [¿pero que tal vez pasa por determinados ritos?]. Así la autora nos va conduciendo por los pasos rituales involucrados en la alianza ideal y los procesos conducentes al queridato remarcando las prácticas institucionalizadas “…por medio de la cual ésta colectividad se provee de queridas y sostiene parte del engranaje del queridato…” (p.88). La importancia del fenómeno se da por la eficacia de la recomposición matrimonial y grupal, el regulamiento de la sexualidad y procreación fuera del modelo monogámico, el aprovechamiento del período reproductivo y algo sumamente importante que es la reagrupación de individuos que forman parte de grupos domésticos que van desintegrándose, eliminando el concepto de orfandad. Tal vez sea esta utilidad práctica que hace que “Los afromestizos nunca discuten la legalidad del queridato, ni de los patrones de organización doméstica que de él se desprenden, ya que en términos de la comunidad son legítimos” (p. 105).

Cristina nos ayuda en el armaje de otro rompecabezas: el de las relaciones regionales interétnicas a través del intercambio de agentes matrimoniales. De esa manera afirma que “… el mestizaje cultural y biológico en la zona es permanente, pero poco intenso” (p. 113, el subrayado es mío), pues si el 45 % de los intercambios de la muestra se da entre pueblos mayoritariamente negros, el 12 % corresponde a pueblos mayormente indígenas dentro de las pendientes civilizatorias mixteca y amuzga. Estos datos ponen al descubierto el estigma de la separación étnico-racial al plantear la vigencia de los intercambios biológicos y con toda seguridad de los de naturaleza cultural.

La matrifocalidad se entiende aquí como atributos de sistemas domésticos donde la madre ocupa el centro de las relaciones y la cabeza del grupo, pudiendo ocurrir estando o no presente el esposo-padre. Esto plantea la centralidad de la mujer en la reproducción de la cultura doméstica, lo que tiene que ver con la orientación de la madre al hogar y del padre al trabajo. La autora menciona, siguiendo a Stamples, que la relación madre-hijo fue la única relación que resistió el efecto disruptivo del sistema esclavista-colonial. Esa misma relación madre-hijo es la que se sigue reiterando en la matrifocalidad actualizada.

La constante desintegración de nucleos y el recasamiento reforza la matrifocalidad y aclara: “La matrifocalidad no es el parámetro dominante de la reproducción de los grupos domésticos, sino su reconfiguración a partir de los recasamientos. Tiene como fin último reestructurar lo que modifica el queridato” (p. 133)

Acerca de la jefatura doméstica, la muestra arroja un 30% en manos de féminas, lo que representa un índice muy alto respecto a los niveles estatal en Oaxaca, del 15.32% y nacional, del 17%. Lo anterior borra de dudas el aspecto de la matrifocalidad presente entre la población negra de la Costa Chica.

Finalmente la autora reconoce en los fenómenos estudiados su importancia histórico-social, pues “ son algunas de las estrategias que han ayudado a sobrevivir a la población de origen africano dentro de modelos rígidos”; estrategias que, para el caso de grupos subordinados o negados las mas de las veces, son desacreditadas o pasadas por alto dentro de las múltiples ideas de nación o de región que se configuran bajo la conducción de Estados o de élites excluyentes. ¿Se explica ese “gusto por la vida” propio de la población negra como un mecanismo de sobrevivencia y reforzamiento positivo ante la opresión esclavista del pasado?.

El esfuerzo intelectual de Cristina no ha sido en vano, pues nos abre puertas para pensar a los otros en sus diferencias, pero también en sus capacidades sociales de afrontar posiciones subordinadas en el espacio social, mediante complejos mecanismos de sobrevivencia, los que constituyen uno de los mas grandes rompecabezas de la Historia. Este libro se suma a reconstruir ese rompecabezas.

Texto leido en la presentación del libro el 13 de febrero del 2004 y publicado en el periódico OPINIÓN número 3 del 5 de marzo 2004, Pinotepa Nacional, Oaxaca.

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Acerca de zigga

Hacktivista ambiental. Estudios sobre realidades en Afroindoamérica.
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