Por: Francisco Ziga
En el centro antiguo de la Casa de Adobes,
Se constituye un nodo trascendente,
en una edificación del siglo diecinueve
hecha de granito, cal y barro vivo,
de minerales del seno de la Madre Tierra,
de adobes fraguados al sol del mes de mayo,
que maderas preciosas la protegen,
el tololote, el palo colorado, la parota,
los cachos de nahuales de venados,
el candelero antiguo y extensible,
que alumbró una penumbra.
Sus paredes guardan secretos insondables,
de antigua lejanía,
voces de mujeres en la madrugada,
el ruido de herrajes de caballos,
golpeando el granito del portal,
el zapateado de Rosa Valencia en sus diez años,
la voz de un infante hace el eco a su madre,
el sonido de casquillos vacíos ya de pólvora,
hay ecos de campanas de iglesia,
de rezos, de llanto, de placer, de agonía.
Abre ahora sus puertas suavemente,
de crujientes maderas y ladina campana,
el viento penetra como raíces de un árbol,
y genera un principio luminoso,
dando pie a una claridad del cielo,
y originando un juicio transparente,
que aniquila lo sombrío y violatorio,
Su ininterrumpida influencia y persistente,
crea lo suavemente penetrante,
transforma las conciencias con sus notas,
lo pequeño torna en grande,
los vientos se siguen uno a otro,
pausados, suavemente, al cobijo del tiempo.
Con pasos de felino y gallardía,
hay nuevos pies transitando sus ladrillos,
el General Loaeza se sitúa en su origen,
y Antonia Labastida se mira en un espejo,
que funde múltiples rostros de mujeres de ahora
Y la Casona de nuevo es centro luminoso.
JF Ziga G, Dr. Julio 29, 2017.
Huaxpaltepec, Oaxaca.
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Acerca de zigga
Hacktivista ambiental. Estudios sobre realidades en Afroindoamérica.
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