Fiesta del 6 de agosto en Huaxpaltepec, Oaxaca

Por: Francisco Ziga

jfziga@yahoo.com.mx

Es el 4 de agosto a las 5 de la tarde y las autoridades agrarias de la comunidad van a traer el torito de lumbre a la casa del cohetero. Una comitiva integrada por el Comisariado de los Bienes Comunales se juntan en su oficina y hacen tiempo a que lleguen los músicos de flauta y tambor, de allí parten hacia donde los espera el torito. Después de arreglado el asunto pecuniario, inicia la partida hacia la casa del Presidente de los Bienes Comunales. Van bailando el animal pirotécnico por algunas calles del pueblo hasta llegar a su domicilio. Allí se ofrece comida y se sigue bailando el toro hasta bien entrada la noche. Después descansan, mañana será de gran tarea para todos.

Así como ellos, en otros domicilios la actividad de preparación de la fiesta los moviliza: en la casa del mayordomo, a quienes tienen alguna promesa, quienes recibirán gente que viene de los pueblos, a las autoridades municipales, las de la iglesia, a los mandones y mayordomos.

En la víspera, el día 5, se inicia con el Rosario. Sin intervención de autoridad eclesiástica alguna, el conjunto de mandones, el rezandero, el cabildo completo y las autoridades comunales se han reunido en la iglesia, después de las tres llamadas con las campanas que se complementan con los cohetes. El rezandero cantando en primera voz, otra masculina y algunas mas, femeninas, haciendo segunda, llaman a los asistentes a responder las plegarias. Para ese momento todos los corredores de la iglesia están ya ocupados. Por aquí, los puestos de rosarios y “milagros”, que son como insignias de corazones, brazos, animales, casas, mujeres, niños, todos de latón, pues al santo, aparte de las plegarias, se les deben de colgar cosas materiales; más allá, los montones de imágenes, santos y vírgenes. Un morenito de unos tres años se ha despertado y le habla a quien parece ser su madre. En la puerta de la iglesia duermen tres personas, una niña dentro de ellas, apenas tapada por una pequeña sábana y un conjunto de frescas flores en espera de quien se las quiera ofrecer al Cristo Negro, al “moreno”.

Termina el Rosario y vienen tres bombas, una tras de otra. Luego el Toque de Alba, conjunto de piezas musicales arrancando con las mañanitas, algunos pasodobles y chilenas que interpreta la orquesta que ha llegado desde ayer desde Santa María Yosocani. Una organización de taxistas del pueblo ofrece a todos los asistentes café y pozole. Lo hacen desde hace algunos años que tienen sus unidades de transporte.

Sobreviene una tregua para algunos que se retiran a sus domicilios; para otros continúa la faena, como es el caso de las mujeres viudas que preparan las tortillas y el caldo desde la mañana, de los hombres-mandones que coordinan la elaboración del caldo, de los topiles y demás ayudantes que apoyan con las tareas más duras de la cocina común de la fiesta.

Antes de mediodía inicia la llegada de las representaciones de los diferentes pueblos vecinos. Desde Santiago Tetepec ha llegado el Presidente Municipal, acompañándose de un torito de lumbre y una banda musical; de San Juan Colorado las autoridades municipales también han traído un torito; los de Rancho Viejo en voz de un mandón agradecen la recepción en nombre de todos los santos y vírgenes del firmamento, entrega al mandón de la fiesta de Huaspala, 10 botellas de aguardiente y 10 cajas de cigarros, un torito de petate que en un costado dice RANCHO VIEJO con letras mayúsculas impresas en computadora; Huazolotitlán y Comaltepec también se hacen presentes con sus respectivos grupos de mandones y obsequios; un mandón de Pinotepa de Don Luis, formando parte principal del cortejo, enuncia un discurso de llegada ante las autoridades de Huaxpaltepec, parlamento que acompaña con una finísima gesticulación de sus manos, que hablan más que sus palabras; Jamiltepec llega por la tarde, a quienes las autoridades locales van a recibir al levante del pueblo, según la tradición, y son el Presidente Municipal, Síndico, mandones y trabajadores municipales, quienes hacen el recorrido por algunas calles del pueblo para llegar hasta la iglesia, donde pasan a dictar plegarias ante el Cristo negro en esta fiesta de su transfiguración, que en realidad es eso, porque yo creo que como que se vuelve pueblo.

En lo que transcurre la recepción de las delegaciones, unas gentes allegadas a las autoridades municipales se preocupan por la instalación del palo encebado, desde la preparación del hoyo en el suelo, la compra de los obsequios que se colgarán de lo más alto, de untarle el sebo de las cinco vacas sacrificadas para la fiesta, subirlo y enterrarlo, mientras entre bromas comentan sus dudas respecto a si habrá alguien con la suficiente valentía para trepar el palo, cuando su altura supera la azotea de la planta alta del edificio municipal.

Hay otra celebración en el marco de la fiesta, que de promesa, cumplida hoy por una persona que habiendo emprendido un largo viaje hacia un país vecino, le ha traído al santo sus agradecimientos: un castillo pirotécnico, tres toritos de lumbre, dos monas, una vaca que dará de comer a familiares y amigos y organizado a un grupo de damas, entre niñas, jóvenes, madres y gente mayor, ataviadas con trajes regionales, quienes forman el corazón de una calenda. Las mujeres bailan en círculo, llevando en sus cabezas, canastas de flores. Invitan a los hombres a integrarse al gran círculo y bailar las Chilenas llevando también las canastas sobre sus cabezas. La calenda llega al palacio municipal, donde se posesiona esa indescriptible algarabía que caracteriza a nuestra gente. Las autoridades pasarán a bailar a esta especie de círculo de la fertilidad que se hace acompañar de una orquesta de viento de Santa María Huazolotitlán.

Como la fiesta tiene para todos, al atardecer se realiza un jaripeo de paga con la promesa de traer buenos toros de las mejores ganaderías de la región. Se trata de un torneo de toros con un premio de quince mil pesos para el primer lugar y otros de menor cuantía para el segundo y tercero. Acompaña con sus corridos y chilenas la Banda Herradura de Oro, de San Pedro Tututepec, Oaxaca.

Por la noche los primeros cohetes de los toritos de lumbre llaman a la gente a arremolinarse enfrente de la iglesia católica. Primero desatan los toritos con su parafernalia de luces y estruendosas explosiones, que equivocan la trayectoria yéndose a estampar por entre los pies de la gente que, atemorizada, se revisan por si alguna astilla de los cohetones habrá perforado sus vestiduras. A alguien le ha estallado el cohete cerca de una de sus manos, brotando sangre y dejando al descubierto sus tejidos internos. Vienen luego las “monas” y los “guajolotes” traídos desde Miahuatlán. Al punto prende lumbre el castillo hecho por artesanos locales, al término del cual deja desplegar un manto con un dibujo de Tata Chú, que hace emitir una expresión de asombro y júbilo a varios de los asistentes. El otro castillo, de dimensiones impresionantes por su estructura y enorme tamaño de las figuras, deja ver palomas encendidas, copas, flores multicolores, una cruz esvástica, que provocan una densa ola de humo resultado de la combustión de la pólvora mezclada con los plásticos que la protegen de la lluvia, que amenazaba con precipitarse. Yo creo que es este momento que es como lo más álgido de la fiesta. Representa el fin del día de víspera y el inicio del “mero día”.

Hay otro espacio, el de los “chachacuasles”, con sus carpas y paredes de plástico, con sus grupos de hombres que conversan sobre sus vidas cotidianas y sus problemas, de los jóvenes atraídos por la sensualidad del baile femenino, con sus mujeres venidas de quien sabe que lugares, arrastrando historias de desamores y cargando sobre sus hombros las necesidades materiales, que obligan a mostrar sus cuerpos con escasas indumentarias para abrir sus sensualidades.

Se anuncia para el siguiente día un jaripeo de entrada libre con concurso de jinetes montadores, con la participación de la Banda San Juan Bautista de San Juan Jicayán, Oaxaca. Han llegado en esa tarde los presidentes municipales de Tututepec y Huazolotitlán. La fiesta discurre entre porrazos de los jinetes, golpear de botellas de cervezas al decir salud, expresiones de asombro del público y chilenas de la banda que hacen zapatear a las morenas hermosas de cuerpos maravillosos venidas de los bajos.

Y la fiesta se va diluyendo entre los puestos de artículos venidos desde China y Korea, dulces exóticos y juegos mecánicos que atraen a niños y adultos, entre paseantes que tienen que regresar a sus pueblos después de visitar a Tata Chú, el Cristo Negro de Huaxpaltepec, con la promesa de regresar al año siguiente para agradecer el favor realizado o para cumplir la promesa de visitar por siete años el santuario que en estas fechas se vuelve nodo de la región ritual y cultural, que por la riqueza en expresiones nos deja maravillados.

Cabeza de iguana, agosto del 2008.

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El destino de una fiesta

Por: Francisco Ziga (jfziga@yahoo.com.mx)

Era el veintinueve de junio rayando las diez de la mañana cuando llegamos a la casa del nuevo Capitán de San Juan, en Huaspala. Él había recibido ya la bandera el veinticuatro en el arroyo después de consumido el comestible ritual consistente en tamales sobre una alfombra verde de hojas de palmas de coco, les había deslizado la bandera roja sobre las cabezas de cada uno de los asistentes al rito y había bailado en las calles del pueblo acompañado del cajón, guitarra y violín. Allí se había iniciado en la hermandad que reúne en todos los años a sus integrantes.

La noche anterior se había desgranado entre el baile de fandango y la elaboración de los tamales que se repartirían ese día y un asunto se prefiguraba bajo el retumbo del palmeo sobre el cajón y de los puños que me encargaba de percutir a destiempo.

-“Tócate El Zanate Pedro. Ráscale a la cuerda sobre el diapasón”.

-“No, El Zanate se toca a las tres de la mañana o a las tres de la tarde”, dijo señalando con la mano la posición del sol pasado el mediodía. “Ai te va El Chocolate”.

La fiesta fluye hasta que llega la próxima Topila. El mandón de la fiesta, Tata Loy, le ha mandado llamar y frente a la bandera le comunica que la hermandad la ha elegido para que sea la Topila del próximo año. Ella rehúsa, como que no quiere, argumenta que no tiene tiempo, pero al final acepta el nuevo encargo. Lo impresionante viene después, por lo fuera de lo común.

Se han repartido los tamales y una a una van llegando al altar de la bandera las mujeres de los capitanes anteriores y hacen un círculo. Luego el mandón principal comenta en lengua Ñuu Savi la aceptación de la nueva Topila para la fiesta del próximo año y frente a todos refiere sus obligaciones ante la hermandad. Las mujeres asientan en coro. Después dice que él lleva ya varios años como Mandón de la fiesta; pone a consideración del círculo femenino si desean el cambio y menciona a dos o tres candidatos, a lo cual las mujeres, en voces de las mandonas y del coro conjunto, afirman que quieren que continúe con la dirección de la costumbre. Los hombres, capitanes anteriores, músicos y autoridades tradicionales solo escuchan, no opinan. Esto es decir que son las mujeres quienes tienen en sus manos la definición de quien es el Tatamandón de la próxima fiesta. Son las mujeres quienes cargan la bandera de ida hacia el arroyo y de vuelta hacia el Palacio Municipal, en cuyo corredor se hace el fandango, posesionándose ritualmente en el espacio civil y de poder que representa. Marcan con su intervención del veintinueve, el destino de una fiesta, e inciden de esta manera en el sistema de cargos tradicionales de la comunidad. Después de los coros bien el fandango.

También es decir que la idea de la mujer indígena oprimida por el látigo masculino, se derrumba cuando menos en el espacio ritual. Habría que ver que derivaciones tiene esta práctica de decisión, tan fuera de lo común para las sociedades autollamadas democráticas.

7/24/2008

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Abonos verdes y fertilizantes biológicos: alternativas viables para la degradación de suelos

Francisco ZIGA.

jfziga@yahoo.com.mx .

Uno de los múltiples problemas que atañen al la agricultura de la Costa de Oaxaca es la degradación de los suelos tanto por prácticas agrícolas como ganaderas. Desde hace ya varias décadas ha dejado de ser funcional la recuperación natural de los suelos a partir de la agricultura trashumante de la Roza-Tumba-Quema debido al incremento de la presión poblacional sobre los recursos costeros; la agricultura comercial ha puesto una parte importante en el proceso erosivo en cuanto que se han utilizado tecnologías depredadoras como la fertilización química y la parafernalia de agrotóxicos en el combate de plagas y enfermedades; la ganadería no se queda atrás, al utilizar herbicidas para control de las mal llamadas “malezas” de hoja ancha, con los mismos ingredientes activos utilizados como defoliantes por el gobierno estadounidense en la guerra contra Vietnam y que después desataría mutaciones en los fetos humanos. La ganadería en su afán conquistador va ampliando la frontera agropecuaria. Un estudio reciente (Cisneros, 2007) indica que en una muestra representativa de productores ganaderos, el 54.4% ha eliminado árboles de sus terrenos durante los tres últimos años, de ellos poco más de la mitad para establecer praderas y cultivos. Esto genera una serie de problemas con la Selva Seca propia de nuestra región, pues al tratarse de ecosistemas sumamente frágiles, se expone a la pérdida de biodiversidad, erosión de suelos, disminución de la retención de agua por la escasez de materia orgánica, y reducción de la producción bacteriana vegetal a la cual se han atribuido las lluvias al actuar como un importante agente aglutinante que posibilita la condensación del vapor de agua de las nubes. Es decir que estamos ante un panorama poco propicio para la conservación de las formas vivientes de nuestro entorno, ante un riesgo ecológico grave que amenaza ya no el futuro, sino el presente de nuestras sociedades.

Dichos conjuntos de amenazas que penden sobre el presente tienen que afrontarse de manera inteligente, colectivamente y echando a andar los recursos de conocimientos de las culturas locales indígenas, campesinas, así como las tecnologías apropiadas tanto al medio natural como reapropiadas por los actores de la región.

Para el caso de la restitución de los nutrientes extraídos del suelo por las plantas cultivadas para la producción de cosechas, se han probado ya con éxito varias propuestas tecnológicas basadas no a contracorriente de los procesos naturales, sino en aprovechar el conocimiento que se tiene de ellos para favorecer la reproducción de los ciclos naturales de fertilización: hablo de los abonos verdes y de los fertilizantes biológicos.

Los abonos verdes son leguminosas (plantas que tienen como fruto una vaina como el caso del frijol) que desarrollan en sus raíces unos nódulos o pequeñas bolitas en cuyo interior existen bacterias que fijan en el suelo el nitrógeno atmosférico y que es el nutriente más importante para el crecimiento de las plantas. Varias leguminosas han sido ya evaluadas por investigadores locales. El Centro de Apoyo para la Transferencia de Tecnologías Apropiadas CATA ubicado en La Catalina Tlacamama reporta que el frijol nescafé (Mucuna) o pica-pica manso aporta entre 100 y 150 kilos de nitrógeno por hectárea. Ecosta Yutu Cuii (2007), de Santa Rosa de Lima Tututepec reporta que reduce a la mitad la pérdida de agua en el suelo y mucho muy drásticamente la erosión, al reducirla de 1,657 kilos por hectárea en suelos desnudos a solo 42 en suelos protegidos con frijol nescafé. Esta planta maravillosa, al igual que otras leguminosas son tesoros culturales y naturales completamente a la mano de todo quien desee acceder a ellas.

Los biofertilizantes son productos elaborados a partir de colonias de microorganismos como bacterias y hongos y que se adhieren a las raíces de las plantas, colocándose desde el momento de la siembra adherida a la semilla. Los microorganismos se asocian con las plantas, proporcionándose mutuamente el alimento en una relación de ayuda mutua llamada simbiosis. Algunas empresas como ASIA (2006) reporta un incremento del 25 % de los rendimientos de los cultivos y una reducción de por lo menos el 50% en los costos de fertilización. La gran ventaja que tienen estos productos es que no contaminan el suelo, sino se constituyen como aportes que enriquecen la vida del mismo. Afortunadamente en el Instituto Tecnológico de Oaxaca se pueden adquirir ya varios de estos productos biológicos a precios accesibles a los productores de escasos recursos.

La agricultura convencional, depredadora e insostenible, considera al suelo únicamente como un sustrato. La agricultura deseable, por fortuna ya asomada en los productores orgánicos, debe considerar al suelo en sus tres dimensiones: física, química y biológica, generadora de alimentos.

La agricultura de agroquímicos nos ata a las grandes cadenas multinacionales y los gobiernos del llamado “primer mundo” utilizan los alimentos como armas estratégicas y de control. Voltear a lo nuestro nos amarra a nuestra tierra favoreciendo nuestra soberanía como nación y activando lo mejor de lo nuestro que son nuestras culturas y diversidades.

6/04/2008

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Las peticiones de lluvia en la Mixteca de la Costa de Oaxaca, México

Las peticiones de lluvia en la Mixteca de la Costa de Oaxaca, México

Francisco Ziga.

jfziga@yahoo.com.mx

Desde finales de abril hasta mediados de mayo en la Mixteca de la Costa se realizan una serie de rituales sumamente importantes relacionados con los ciclos vitales para la colectividad costeña: me refiero a las peticiones de lluvias en varias comunidades de nuestra región cultural.

La importancia de tales eventos radica en que están mostrando la reiteración de tradiciones en la que se refleja parte importante de nuestra riqueza de visiones del mundo y en particular a aquellas referidas con la relación entre el hombre individuo-sociedad y la naturaleza.

Puedo diferenciar, considerando el espacio ritual donde se realizan, entre aquellos efectuados en los sitios relacionados con los cerros sagrados, morada de seres supraterrenales; y de aquellos verificados en el mar.

En Pinotepa Nacional, ciudad donde se concentran en un solo punto poblacional el mayor número de hablantes de lengua mixteca en la Costa según los datos del INEGI (2000 y 2005), se verifica uno de los más cautivantes de ellos. Desde principios de abril inician los preparativos. Un número reducido de gente mayor que conserva la tradición, se empiezan a visitar entre ellos para recordar la inminencia del acontecimiento y visitan a las autoridades tradicionales para solicitar el acopio de los enseres que exige el ritual y además de asegurar el transporte. El día 30 de abril es la partida de Pinotepa hacia el mar. Se asegura de llevar comida para los dos días del viaje de las 20 o 30 personas. Al llegar en vehículo hasta la barra de Corralero, atraviesan la bocabarra en lanchas de los pescadores de la comunidad. Al otro lado inician una caminata por la orilla de la playa hasta el cerro sagrado denominado “La Peña del Cristo”, donde azota el mar inclemente y desde donde se divisa una extensa amplitud oceánica y de las planicies y serranías costeñas. Allí se tiran los primeros cohetes y se inician los rezos y plegarias rogando por las precipitaciones pluviales. Este primer sitio sagrado, rodeado de playas de infinita belleza, está ahora amenazado por los fraccionamientos de playa que impone la inminente actividad turística local.

Luego se inicia el regreso a la bocabarra y después de atravesarla, se toma nuevamente el transporte por todo el litoral marítimo hasta llegar a un punto denominado “La Boca de la Vieja” (Ve’e Ña Cha’nu), donde se llega pasado el mediodía. “La Boca de la Vieja” es una cueva ubicada a aproximadamente 200 metros del mar, con una abertura irregular de piedras, como de cuatro metros de ancho y de altura, unos cinco metros de fondo y con tres derivaciones en profundidad desconocida cuya exploración está restringida por los mismos mandones. Después de limpiar la cueva y sus alrededores, hay que adornar un altar del interior con flores, tomar los alimentos y descansar un rato. Por la noche se vela en la entrada acompañados de la música tradicional de flauta y tambor. El grupo pernoctará en una carpa que se ubica entre la cueva y el mar. Niñas y niños, jóvenes y viejos conviven donde se efectuará el día primero de mayo la otra parte del ritual. Al amanecer marino un grupo de gente se dedica a capturar cangrejos de playa para preparar una comida ritual consistente en un exquisito caldo con sal, chile y ajo. El acto ritual fundamental reinicia con una invocación en la lengua oceánica. Un mandón con una cruz en las manos inicia un discurso en mixteco viendo todo el conjunto hacia el mar; posteriormente todos voltean hacia donde sale el sol, continuando las invocaciones; luego hacia el poniente y posteriormente hacia el norte, en dirección a la “Boca de la Vieja”. De allí el conjunto camina hacia la cueva en medio de rezos y al llegar penetran primero los mandones y unas señoras de mayor edad. En medio de la cueva se realiza los que a mi modo de ver es la parte más importante de la petición, que consisten en invocaciones de dos mandones y de una señora, todo en mixteco. Las invocaciones hacen referencia a que La Vieja, dueña de la cueva, proporcione la lluvia. Dicha petición exultante, es para todos, para los campesinos, para los ganaderos, para los comerciantes, para la vida, no solo para el maíz. Continúan los rezos y al mediodía se prepara el retorno a Pinotepa, no sin antes lidiar con los vehículos atascados en la arena de la playa. Al llegar a Pinotepa el grupo se dirige al punto denominado “El Calvario” donde está construida una capilla. Dudo mucho que la traída a tierra de la lluvia se dirija a la deidad católica resguardada en la capilla, pues en el patio del Calvario se posa imponente un árbol de ceiba (Yutu nuu en mixteco; nombre científico Ceiba pentandra), emblema importantísimo de la tradición mesoamericana, de donde emergieron, según los mitos de origen, los primeros Ñuu Savi. Ojalá que dicho emblema soporte con el tiempo el hambre depredador antibotánico de los dueños de las motosierras.

En Huaxpaltepec se realiza otro ritual que resulta como conseguido de algún sueño. El primer miércoles de mayo por la mañana, una procesión surge de la iglesia del pueblo y enfila hacia el Yucu Tityi el grupo de indígenas entre mandones, mayordomos y gente del pueblo. Acompañados de la música de viento, en una pequeña anda cargada por dos personas, viaja una efigie en miniatura de Tata Chú y, amarrado con cuerdas, en la parte posterior, un tigre sedente de madera, de unos cuarenta centímetros de alto y con la cabeza algo ladeada. Al frente de la procesión, destaca una persona que va sonando una campanita desde saliendo de la iglesia hasta llegar hasta la Piedra del Señor en la cúspide del cerro a unos 450 metros sobre el nivel del mar, desde donde se divisa la inmensidad marina, la planicie costera y las serranías del distrito. Llegando posan al tigre y al Tata Chú en una oquedad de la piedra y los dejan solos por un tiempo. Posterior a ello son llevados en procesión por una prominencia cercana y devueltos a un sitio cercano a la piedra. La procesión se regresa cerca del mediodía. En los días miércoles subsiguientes regresarán al Yucu Tityi a reiterar el mismo proceso ritual.

En Rancho viejo existe, importada de San Pedro Atoyac, al norte del distrito de Jamiltepec, una mayordomía no dedicada a alguna deidad del santoral cristiano, sino nada menos que a la lluvia. He podido estar allí en alguna versión de años anteriores desde la madrugada hasta bien entrada la noche, presenciando las invocaciones, la comida y bebida rituales y la danza de Las Mascaritas del Barrio Yutacú de Pinotepa Nacional acompañados de la música del maestro Feliciano Jiménez de San Juan Jicayán, Presidente de la Coordinadora de Organizaciones Musicales para la Acción Social.

Y así, varios municipios tienen sus lugares sagrados a donde acuden por las lluvias: San Juan Colorado tiene su Yucu Savi o Cerro de la lluvia; Santa Catarina Mechoacán acude a dos cerros cercanos y viajan a Cerro Plata en el municipio de Jamiltepec a traer arena del mar y enterrarla en los arroyos de la comunidad; Huazolotitlán y Jamiltepec acuden al Cerro de Yucu Chakuá aunque en días y zonas distintas del mismo sitio sagrado; Tetepec practica el baño de las Cruces, donde además se bañan a los niños pequeños para atraer la lluvia. Mayo es tiempo de esta movilización social para reproducir el ciclo de lluvias relacionado con el ciclo de la vida humana y el ciclo natural al cual pertenece el hombre Ñuu Savi.

En todo este llamado a las precipitaciones anuales que convocan en un mismo espacio sagrado a los Ñuu Savi y a las deidades como La Vieja, el Tigre, el Cerro, y otras más aún desconocidas, se está revelando un mundo en el que no hay separación entre individuo humano y naturaleza; en el que la naturaleza forma parte de la misma naturaleza humana y en el que la naturaleza humana se torna naturaleza. Vivir los rituales de peticiones de lluvia es una experiencia fascinante que nos muestra los mundos diversos que coexisten en la Costa Chica de Oaxaca, y es una verdadera lástima que ninguno de los tres niveles de gobierno voltee a ver esta riqueza de manifestaciones, solo activadas por un nivel no reconocido en nuestras leyes: los gobiernos tradicionales del pueblo Nuu Savi.

Publicado en Periódico Opinión. Año 1. No. 13. 16 de mayo 2008. Pinotepa Nacional, Oaxaca

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Prologo al libro “Costumbres y tradiciones de los pueblos negros de la Costa Chica de Oaxaca” de Israel Reyes Larrea

Por: Francisco Ziga

Tiene el lector en sus manos un aporte de uno de los más notables promotores culturales de la Costa Chica: Israel Reyes Larrea, quien en esta ocasión nos entrega su libro “Costumbres y tradiciones de los Pueblos Negros de la Costa Chica de Oaxaca”.

Al leer este libro me viene a la memoria el trabajo realizado por Israel, desde aquel primer encuentro de música y danza indígena y negra a inicios de la década de los noventa, quien, junto con José María Peláez Vargas y un grupo nutrido de jóvenes y adultos, iniciaron no solo la actualización de la danza de La Tortuga en José María Morelos, Santa María Huazolotitlán, Oaxaca, a instancias de la Casa del Pueblo; sino también con el arduo trabajo de promover la música y las danzas de nuestra región cultural a través de los encuentros por ellos promovidos en los años subsiguientes.

Es dable pensar también, al prologar esta entrega, en el tejido fino que se ha logrado construir y que ha desembocado en coordinaciones regionales para iniciar los primeros pasos de un sueño lejano consistente en el reconocimiento legal de uno de los horizontes culturales que se ha construido en nuestra región: el del Pueblo Negro de Guerrero y Oaxaca. En esta tarea, un aporte importante es sin duda este libro, que nos pone a la vista hoy Israel.

Creo que una razón central en todo proceso de subsunción cultural es el desconocimiento e ignorancia de la forma de ser del “otro”, lo que interpone una nube de humo entre quienes se relacionan en una cercanía geográfica, eso que bien podría llamarse la obnubilación cultural; la cual tampoco se puede entender si dejamos de lado la imagen de región de poder. Ambos niveles de relación social son distintos en cuanto a sus formas de transformación, sin embargo una no podría darse sin la otra, y un paso dado en una repercute sin duda en la otra.

Estoy convencido que el propósito de este libro es descubrir los velos de esa invisibilidad, entendida esta en su aspecto múltiple, lo que implica pensar que contra el desconocimiento de los otros respecto a los que somos, primero debemos anteponer el conocimiento de nosotros mismos, para proyectarnos en el rompimiento de las diversas cortinas que nos separan y nos hacen “exóticos” a los otros. Esa es la tarea hacia donde propende esta obra.

Israel nos abre las puertas para viajar por los laberintos culturales del Pueblo Negro de la Costa. Abre su texto con los contornos geográficos e históricos y de allí parte para incursionar en los ritos de vida y muerte, en los universos musicales donde se plasma la microhistoria, en la danza y los bailes que revelan el gozo de vivir característico de los Negros y que remiten a una concepción exultante de la vida de la cual hay mucho que aprender.

Estoy seguro de que el lector saldrá impresionado de esta lectura apasionante y, desde el “Foro Afromexicanos. Por el reconocimiento constitucional del Pueblo Negro”, deseamos que se conviertan en firmes promotores de nuestras mejores tradiciones culturales.

Francisco Ziga. Café Adobe, Jamiltepec, Oaxaca.

Publicado en el periódico Opinión. Pinotepa Nacional, Oaxaca. 1 de mayo 2008

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La basura: reflejo de lo que somos

Por: Francisco Ziga.

Un problema común a todas las poblaciones de nuestra región costera es el de la basura. Durante el proceso electoral pasado para elección de autoridades municipales fueron frecuentes las alusiones y las buenas intenciones de entrar de una vez por todas a abordar seriamente el problema. El asunto es que dichas ofertas de campaña, a más de tres meses de gobiernos locales no se traducen, salvo pocas y limitadas excepciones, en acciones contundentes para encararlo.

Y es que el problema no se circunscribe a nuestra región. Esto forma parte de un proceso mundial, donde el mal manejo de la basura contribuye a eso que ya casi todos conocemos y que se ha dado en llamar el “calentamiento global” que amenaza ya seriamente los ecosistemas y la vida en el planeta. Pero el problema requiere tanto de acciones globales como actuaciones locales.

Como el agua aquí toma parte fundamental, hay que decir que el Distrito de Jamiltepec se encuentra ubicado dentro de tres cuencas hidrológicas, que son zonas de captación, almacenamiento y escurrimiento de lluvias: la cuenca de Rio Santa Catarina, que incluye municipios de los corredores Tlacamama-Jicayán-Cacahuatepec y la zona de La Llanada; la Cuenca de La Arena con parteaguas en Ixtayutla atravesando la parte media del Distrito y la Cuenca del Verde con derrames de la porción norte y este del Distrito. Sobre esta última Iván Restrepo ya ha señalado desde hace 3 años en La Jornada No 7353, acerca de la urgente atención que requiere en cuanto la escasa oferta de agua, la contaminación creciente y los drenajes y basuras que se vierten desde la Ciudad de Oaxaca y los 168 municipios que incluye. Es necesario dar este enfoque en tanto que los tiraderos al aire libre llamados basureros contaminan los mantos subterráneos de agua y por lo arroyos y ríos se arrastran residuos sólidos que van a dar al mar. Quien desee constatarlo que se dé una vuelta a las desembocaduras de los ríos de La Arena en Puerto Minizo y la Playa de La Curvina y del Verde en El Azufre Tututepec. Allí se encontrará con toda suerte de artículos de plástico invadiendo la arena. Ningún basurero en nuestra región cumple con las normas mínimas especificadas en las leyes de protección ambiental. Nadie confina. Todos queman lo que se puede y esto ya ha generado incendios forestales como los de principios de año en nuestra región. En Pinotepa Nacional se ve y respira por las mañanas una capa de humo sobre la ciudad. De las aguas negras que reciben a los visitantes ya ni hablar.

Según la Agencia Alemana de Cooperación Técnica (1999), en México el 45 % de los residuos sólidos generados corresponden a materia orgánica; papel y cartón el 17 % y plásticos el 9%. En la Costa Chica de Oaxaca, a partir de estudios realizados por Ecosta Yutu Cuii, organización civil con un importante trabajo en Tututepec, la materia orgánica, que son los desechos provenientes de materia viva y fácil de degradar, representa el 58 % del total; los plásticos el 12 % y el vidrio cerca del 5%. Ecosta ha dado ejemplo de manejo apropiado de los residuos sólidos mediante una propuesta de implementación de los CATRES, que son Centros de Acopio y Transformación de Residuos Sólidos. Hace unos años se instaló uno cerca de la comunidad de Chacalapa Tututepec el cual esperemos que aún se encuentre operando.

Bueno, si para el caso nuestro, más de la mitad de la basura que generamos es de tipo orgánica, de allí podemos derivar que el problema del acopio y confinamiento de residuos se puede reducir a la mitad si empezamos a aprovechar desde nuestros hogares la basura orgánica que generamos. Todo reside en que tengamos la posibilidad de un espacio pequeño para acondicionar nuestra Abonera Doméstica, que puede ser un recipiente de plástico, un hoyo en el suelo o un pequeño corral del material que se desee. Hay que ir haciendo pequeñas camas de materia seca como son hojas de árboles, otra de desperdicios de la cocina y otra de hojas verdes que salgan de nuestro propio jardín. Todo esto se va depositando alternadamente en nuestra abonera, procurando que siempre esté medianamente húmeda para su descomposición. Para acelerarla se vaciarán los residuos de refrescos y aguas azucaradas y así tener una composta en unos tres o cuatro meses. Al mes de tener repleta la abonara se deben revolver las camas para uniformizar y acelerar la descomposición. Con esta acción fácil de realizar estaremos contribuyendo desde nuestros hogares a reducir en más de la mitad el problema de la basura. Los gobiernos municipales deben ya iniciar un proceso de movilización social para el reciclado y aprovechamiento de los residuos municipales. En Pinotepa afortunadamente ya se cuenta con un centro particular de acopio y compra del plástico. Esto ya es un avance. Quemar plásticos genera gases tóxicos para nuestro organismo. Quemar PVC genera gases que producen cáncer.

Hace algunos años estábamos acostumbrados a que todos los residuos de la casa como los desechos de la cocina y del barrido de los patios se tiraba en algún sitio anexo de nuestras viviendas. Como los desechos eran generalmente orgánicos, en la temporada de lluvias todo esto se descomponía y pasaba a enriquecer el suelo para bien de las plantas. Pero desde hace unos 20 años la composición de los desechos ha cambiado. El plástico de los envases desechables y las envolturas de la comida chatarra ha pasado a formar parte de los paisajes de los pueblos y carreteras. Así la costumbre de tirar basura dondequiera no se puede ya sostener como antes. Los plásticos, al ser tirados libremente son focos de infección al concentrar aguas que hacen proliferar mosquitos vectores de enfermedades y cultivos de hongos y bacterias dañinas. Ha llegado la hora de pensar en el tipo de proyecto de vida que hemos de desarrollar: si seguir a galope el modelo impuesto de sociedad de consumo masivo, generadora de contaminación, productora de más pobres e individuos dependientes de las grandes corporaciones transnacionales; o entrar en un proceso de conciencia de lo que consumimos, de respeto a nuestro ambiente del cual somos parte y de ejercer nuestra libertad con responsabilidad.

Además yo creo que se deben liberar ya a todos los presos políticos de Oaxaca.

Publicado en Opinión. Pinotepa Nacional, Oaxaca. 13 de abril del 2008.

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Los nuevos procesos sociales en el distrito de Jamiltepec, Oaxaca

Francisco Ziga.

Nuestra región se puede imaginar como un conjunto de diversidades en varios sentidos. En términos geográficos no es muy difícil percibir las diferentes condiciones fisiográficas propias del territorio de la Costa Chica, siendo varios los factores que la determinan, dentro de las cuales uno sumamente importante es el de la altitud.

En la proximidad del Océano Pacífico encontramos la condición de planicie costera, denominada comúnmente “los bajos”, donde se desarrollan cultivos como el cocotero, papaya y ganadería semiextensiva; enseguida o alternando el paisaje se encuentran los lomeríos suaves y fuertes, con cultivos anuales de subsistencia y procesos ganaderos en pequeña o mediana escala; por el lado limítrofe con el Estado de Guerrero, lo que se llama “La Llanada” que, junto con áreas de escasa pendiente del interior conforman una condición especial denominada “sabana”, donde es importante la ganadería y cultivos anuales; un área significativa de pié de monte con vegetación siempre verde y desarrollo de procesos de producción de café y en menor proporción piña y naranja y, por arriba de los mil metros sobre el nivel del mar, algunos parteaguas de las cuencas de los ríos de La Arena y del Verde, con presencia de bosques de pino-encino que actúan como zona de recarga de agua dentro de las cuencas; condiciones van creando determinados “pisos ecológicos” que interactúan entre sí y conforman nuestro entramado paisajístico regional. Estas conformaciones regionales no son solo naturales, sino producto histórico social de intervenciones de los actores locales.

Podemos dividir también la agricultura regional en determinados etapas en las que funcionan ciertos “parteaguas”. Creo que es posible pensar, en ese orden de ideas y atendiendo al manejo de los procesos productivos agrícolas, la relación con el cuidado del medio ambiente y la calidad de los productos obtenidos, en un “antes” y “después” de que en la región se han iniciado el desarrollo de procesos agrícolas de producción orgánica, es decir aquella en la que se han dejado de utilizar productos tóxicos para la salud de las plantas, del hombre y del ambiente en general.

Todo inicia a principios de la década de los noventa con la incubación de organizaciones de pequeños productores indígenas. A instancias de iniciativas campesinas locales y con el apoyo de grupos civiles y gubernamentales, emerge lo que después desembocaría en la Unión de Ejidos cafetaleros “Zona Costa” con sede en San Agustín Chayuco y la Unión de Productores de miel “Flor de Campanilla” con sede en Huaxpaltepec, Oaxaca. Estas organizaciones abordan los procesos de producción orgánica desde mediados de la década de los noventa del siglo pasado y se van constituyendo como el buen espejo de lo deseable en el terreno del manejo sustentable de sus procesos primarios y de la apropiación de la fase de comercialización de sus productos.

En esta tarea han sido fundamentales las nuevas relaciones establecidas entre los campesinos y las agencias externas a la región, como es el caso de las redes estatales y nacionales de productores, las agencias de certificación orgánica de los procesos de producción, así como las agencias internacionales de mercado justo y financiación. Estas nuevas relaciones no lineales han abierto nuevas oportunidades para los productores, despertando sinergias desconocidas en años anteriores y que pasan a formar parte del capital social relacional de los pequeños productores de la región.

Sin embargo las perspectivas abiertas pasan también por procesos de reflexión social en donde se ubica que lo buscado por estas organizaciones económicas no solo se encuentra fuera de las fronteras nacionales, hoy desdibujadas por los procesos de globalización, sino que la “justeza del mercado” es la que se encuentra en nuestra región misma, porque la buscada sustentabilidad exige brindar productos sanos a nuestra población costeña, más aún cuando lo que nos viene de los mercados externos es de dudable procedencia, de precios elevados y nos liga con las grandes cadenas agroalimentarias, las cuales se quedan con el valor primario producido por los campesinos. Los nuevos proyectos que se están manejando por las organizaciones en el sentido de acceder convenientemente al mercado local y regional van en ese sentido; pero eso exige la conciencia de los consumidores para que al degustar una taza de café o al endulzar nuestros alimentos con miel orgánica obtenidos de las explotaciones locales, seamos sabidos de que estamos contribuyendo al cuidado del medio ambiente y al mejoramiento de los niveles de ingreso de la población regional.

Ojalá que este sueño de muchos habitantes de nuestra región se cristalice en un mayor número de especies alimenticias producidas sustentablemente y, rompiendo con la promesa eterna del desarrollo, constituirnos como seres responsables con nuestro entorno, con nuestros semejantes y con nosotros mismos.

Publicado en: Opinión. Pinotepa Nacional, Oaxaca, 2 de febrero 2008. p.5

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La caracola

En mi tierra, Huehuetán Laguna
Decimos que no existe la muerte
Los que se dicen muertos se quedan flotando
En la selva seca, epicúreamente
Como llama sutil, cuasi-perenne
Acompañando las hojas de los árboles
Entre sus ramas en arbustos y hierbas
Pero tienen su alojamiento preferido
Al otro lado del Cerro del Vigía
Cruzan sigilosos sus cañadas y cúspides
Penetran las raíces y los vellos incontables
Se trasladan preferentemente en los arroyos
Y van a dar a las playas solitarias
De Zapotengo, Tembo, Izala, La Boquilla,
Punta Tijera, La Mina, Estacahuite,
Puerto Ángel, Zipolite
Buscando alojamiento
Discurre acantilados espumosos
Y llega a su morada preferida:
Una concha, caracola lamida por la mar
Allí se aloja, disfruta su espiral
A veces se asolea en la marea baja
Y vuelve a su recinto color nácar.
Si quieres escuchar la voz de alguien amado
Que se ha ido o que se encuentra lejos
Toma la caracola entre tus manos
Y poniendo tu oído en su abertura
Escucharás su voz como un arrullo
De una ola marina que te llama.

Francisco Ziga febrero 7 del 2007

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Expresiones ocultas

Exposición pictórica de Leonides Rendón Sánchez

Por: Francisco Ziga

Lo oculto es la temática que Leonides va desmarañando en su obra, lo oculto que siempre ha ocupado y ocupará la reflexión de filósofos, poetas y pensadores; por que lo evidente no necesita plantearse, lo evidente está desbrozado y pertenece al reino de lo superficial.

Nuestras percepciones, al estar acotadas por sentidos, nos muestran solo una parte de la “realidad”. Esa que pensamos que es la “realidad” no es mas que una indicación parcial de lo que ocurre, por que acontecen una multiplicidad de cosas, fenómenos, eventos, los cuales no se pueden captar completamente por los sentidos. Así es que lo que llamamos oculto es lo difícil de desentrañar, lo complicado, a veces lo inefable o desconocido, lo que necesita ser descubierto a nuestros sentidos, decodificado para “dar sentido”.

Las ocultas expresiones de Leonides se develan a los ojos del observador a través de la magia de la línea y el color. El asunto es dejarse llevar por el brillo natural del lápiz que descubre lo que sueña en su lecho una doncella de lánguidos cabellos; los cuadros superpuestos por donde se asoman curiosos un par de ojos mirando una pareja en sincronía perfecta; las lágrimas que irrigan, desprendidas de un ojo, un par de flores abiertas, o acaso el evento preciso previo a la fecundación generadora de la vida.

Las ocultas expresiones dependerán de la interacción entre el artista y su obra, pero quizá de manera fundamental entre la obra-del-artista y el espectador.

Bienvenidos a develar estas ocultas expresiones.

Francisco Ziga, 4 de mayo del 2007.

Nota: La exposición permanecerá hasta mediados de junio en el Cafe Adobe, en el centro de Jamiltepec, Oaxaca

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Desencuentro: tres culturas, dos mundos, una historia de Daniela Steck Baños

(Comentario de Francisco Ziga en la presentación del libro el sábado 7 de abril del 2007 en Santiago Jamiltepec, Oaxaca)

Dividiré mi intervención en dos grupos de comentarios: uno general acerca del contenido del libro que hoy se presenta y algunos aspectos particulares que me parecen sumamente relevantes en su plan de exposición.

Desencuentro en un encuentro con tres siglos de relaciones sociales incubadas tanto en Mesoamérica como desde Europa y África. El libro arranca desde una revisión de estudios arqueológicos del Río Verde inferior y las formaciones culturales sumamente desarrolladas del señorío de Tututepec y sus relaciones con Tenochtitlan. Siguiendo la secuencia cronológica, la autora hace un recuento del proceso de conquista española, la destrucción de las formaciones sociales mesoamericanas y la emergencia de un sistema social impuesto desde el viejo continente; sobre los procesos de control político y económico a través de instituciones sociales como la encomienda, el repartimiento y sus mercedes reales; analiza también los procesos de producción alrededor del cacao, la cochinilla, el algodón y la ganaderización costera que dan paso de formas puramente extractivas a procesos de algo parecido a la “acumulación originaria” capitalista con el despojo legalizado de las tierras comunales de los pueblos al crear las grandes haciendas del periodo colonial. En un recuento de las respuestas indígenas, Daniela aborda dos rebeliones: la de finales del siglo XVII en Jamiltepec y la de Tlacamama a principios del XIX que darían pauta central al movimiento de Independencia. Destaca aquí el pasaje glorioso del héroe independentista Antonio de Valdés autoinmolado antes que rendido en el Cerro de Chacahua. El recuento concluye con la pacificación de la región acordada entre las elites mediante el Plan de Iguala y sus tres garantías: religión, independencia e igualdad.

El libro es un ejercicio de decantación. Los datos que aparecen consignados en Jamiltepec y sus alrededores y los nuevos que la autora incorpora, cobran vida en la condición de los actores; así el dato frío actúa a través de las intenciones y constitución de los sujetos cobrando nueva dimensión y formando parte de una historia construida colectivamente, recreando las variadas interpretaciones que significa la Historia.

Otro aspecto que despierta intensamente mi curiosidad es el manejo del tiempo. El libro no es el recuento historiográfico de nuestro entorno cultural, sino a cada momento la autora juega con el presente y el pasado y el presente y el futuro. Este ejercicio de presentización es un acercamiento a percibir el acontecer del ser superando las esencialidades del ser, y acercándose a la noción de estar, referido a presencia, estancia, de Ramón Xirau.

En desencuentro encontraremos una lectura interesante de las dinámicas de los actores, los mecanismos añejos y actuales de sometimiento y exacción, resistencia, tensiones y rupturas. Desencuentro no es solo rememoración, sino presencia; es una invitación a reencontrarnos en esa representación llamada Historia, historiándonos a nosotros mismos.

Si con Jamiltepec y sus alrededores Daniela se originaliza como la cronista de Jamiltepec, con el libro que ahora se presenta, se perfila ineludiblemente como la Cronista de la Costa Chica de Oaxaca y Jamiltepec como la capital cultural de la Costa Chica de Oaxaca

Felicidades a Daniela y a Ustedes por formar parte de este reencuentro.

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