Jamiltepec de mil colores. Exposición de pintura y tallado en madera

Dr. JF Ziga Gabriel.

Jamiltepec de mil colores nace como una apuesta autogestiva de artistas y amigos pre-ocupados por la necesidad de contar con espacios de promoción y desarrollo del arte en varios de sus ámbitos. Cobijados por los adobes legendarios de La casona del centro, edificio del Siglo XIX aún en pie, desarrollan esta primera experiencia colectiva, para dar abrigo a los productos culturales de tres jóvenes pintores malacateros: Leonides Rendón, Heladio Olmedo y Alexis Bautista, así como al trabajo de piezas artísticas de madera de manos de Josué Ibarra, originario de Santa María Huazolotitlán, Oaxaca.

El conjunto de obra es una lluvia de color, una cascada exultante de visiones, como arcoiris costeño; como espectáculo de nubes altas de octubre que descomponen la luz de la entidad solar y nos entrega un abanico de tonalidades y matices; como el verdor en tono multivariado de los días más intensos de lluvia de verano.

Rendón nos propone, en cascada pluvial de gotas de agua-marina, peces verdiazules, insectos diminutos y toda suerte de geometrías de la vida cotidiana, la presencia cultural afromexicana, indígena y mestiza, acrisolada en el ser y estar del campo costeño, de guitarras, chilenas y cangrejos de inicio de lluvias, de mujeres esbeltas de pozahuanco y torso desnudo difuminadas en petates, de personajes oníricos y perros que se transfiguran en insectos.

La lluvia de temporalidades es propuesta por Olmedo, quien en un atrevido movimiento de pensamiento, mezcla diversos momentos de nuestra costeñía, desde los tiempos míticos y precuauhtémicos, hasta las actualidades diversas. Su apuesta es un cuestionamiento del tiempo como entidad opresora destacando su particularidad como bien colectivo.

Bautista nos planta en la madre tierra, en un tronco inmemorial que renace cíclicamente y no muere, donde el verdor de vida vence a lo inerte y lo femenino cobra sentido en la fertilidad que produce la vida; en el reino vegetal, primigenio, anterior a lo animal, sin el cual no existe; en el árbol de cacahuananche, sustento de la tecnología rural y de la cultura de la tierra nuestra.

Ibarra es un maestro del volumen. Educado de la tradición artística huazoloteca del tallado en madera, rescata de la tierra el huanacaxtle, impide su degradación natural y fija, para bien del patrimonio estético costeño, animales de ensueño, nahuales que nos cuidan, y, en una simbiosis singular, entrecruza su arte con Rendón, quien reviste de color el arte natural de Ibarra, formulando un circuito genial que resulta en obra colectiva.

Jamiltepec de mil colores es como un espejo, porque nos muestra tal cual somos, en nuestra diversidad enriquecedora, en nuestra verdad de gente alegre y creativa, hospitalaria y buena. Que los mil colores presentes en esta muestra se multipliquen y se derramen siempre en la Casa de adobes.

2/15/2017

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Diez mil venados o primero el mar

Emiliano Rafael Aréstegui Manzano. UAEM, 2012. (Comentario)

Por: Francisco Ziga. Púrpura AC.

Después de caminar y nadar varias veces en la densa lectura de “Diez mil venados o primero el mar”, se me revelan varias preguntas ineludibles, a la hora de su relación con las Jornadas “Luz María Martínez Montiel”. ¿Por qué presentar este libro alucinante? ¿Qué hay de pensarlo como originario de Costa Chica? ¿Qué me dice de lo afromexicano y de lo indigena? ¿Qué nos propone? La verdad es que, acongojado yo, no logro atinar respuesta pertinente, sólo a relampaguear, como en tormenta marina, algunas ideas que se me vienen, como dice el autor: “a río corriendo, en de repente”.

De lo que sí estoy seguro es de que los poemas refieren a la región multiétnica llamada Costa Chica, con sus grupos originarios y sus costumbres y vivencia del mundo, pero también a la pendiente afromexicana presente en sus “bajos” o planicies, “llanadas” o sabanas, lomeríos, lagunas, esteros, charcos, ríos, ensenadas y comeríos de animales marinos. Lleno también de “Ojos negros de mujeres negras”, con su modo de ser y estar, con sus voluptuosidades de caderas y de “un meneo que marea” en la arena, en el cerro, en el mar, en la laguna y en la bocabarra.

El lenguaje que se ha constituido en nuestra región, tiene sus vasos comunicantes entre sus formaciones culturales, entre los horizontes diversos. Reitera el libro de manera genial nuestros lugares comunes combinándolos con las varias formas de “estar”: “Me alagarté en la tarde” “Atilinqué la memoria hasta lo antes”. Uno puede tomar forma de animal con mucha facilidad, más tratándose de nuestro nagual. Hay formas lingüísticas únicas que revela y que se aplican tanto a espacio (“Allá hay un muerto, más antes de llegar a la parota”) o a tiempo (“… en el ala temprana de la noche | o más antes, pero ya en rocío”) y que nos asoman en territorios lingüísticos desconocidos.

Cada poema puede concebirse como un mito. El poema IV es un canto de naguales. Refiere a la forma en que uno adquiere su nagual, el que es diferenciado entre las culturas locales. También la lucha entre ellos, que puede advenir en daños físicos o emocionales a la persona. El conjunto puede concebirse como una mitología de la Costa Chica. Así lo diviso.

No nos salva del éxtasis por excelencia; dice: “… tensé la cuerda | solté la flecha | un aguacero de pájaros asaltó la cascada”, en una forma de decirnos algo sin decirlo “ …la puerta se abre | y sale corriendo | en diez mil venados”, porque “El gamito no es gamito”, es otra cosa. Que forma más bella de decirnos que existe un “Ahuehuete en el aire que en raíces rema” y que de manera sublime equipara dos reinos diferentes y los aparea en uno solo.

Hay un sentido rulfiano en “Diez mil venados o primero el mar”. Si Pedro Páramo se sentó al borde del camino “a esperar el sueño”, se propone aquí que el tiempo no es patrimonio humano, puesto que también “jabalí”, “… espera el tiempo … ”. El tiempo, eso que somos, porque “Soy la tarde | en mí pasea el tiempo | a mí me marca marcándome”. “No es el tiempo el que se va, es uno el que se acaba” dice la ontología Ñuu Savi del tiempo en voz de mi compadre Eloy Martínez, de Waspala.

También hay una crítica hacia la deshumanización del hombre, a su hambre obscena, demandante, que destruye y mata. El hombre se queja del grito de la misma naturaleza: “Mosquitos dice que el hambre no se me quita | porque no es hambre lo que tengo” y le propone otro tipo de relación con la naturaleza, consigo mismo. Al final, el cazador es cazado por su misma vorágine.

En Maldonado se profundiza la analítica marina “El mar inmenso | No hay distancias | No hay tiempo | El mar todo | Y yo mirando” El estado atemporal del subconsciente imaginado como un mar (“Un inmenso manantial de tiempo estancado”). La subjetividad arranca del mirar, de la conciencia humana, pero también de los “otros-vivos-no humanos”, porque del mar: “Ahora se ha dicho en las cantinas | Que también en él andan los lagartos”.

Hay una tensión entre Pueblo y Mar: “Nada de ti en el pueblo | Nada de ti en el mar”, tensión que no se ve sino hasta descubrir la dialéctica entre lo frío y lo caliente. “El pueblo es caliente… el mar es fresco”. No es casual que una de las etiologías de las enfermedades y formas de curarlas esté en la exposición a determinados estados de temperatura. La medicina tradicional indígena y afromexicana lo sabe muy bien. En ese sentido el mar sería lo atemporal, lo húmedo, lo fresco; el pueblo lo temporal, lo seco, lo caliente.

Hay otro sentido del mar “… como escenario donde danzan las almas de los muertos”. Aquí, recuerdo las palabras de Carlos Rúa en el Foro Afromexicanos de 2007 realizado el José María Morelos, Oaxaca: “ El mar es el panteón de los mayores”, porque durante la trata esclavista del traslado forzado de 40 millones de africanos al Continente Americano como lo relata la Dra. Martínez Montiel, 1 de cada 3 esclavizados quedaron en el panteón atlántico. ¿Es el llamado del caracol un llamado hacia los muertos que quedaron atrapados en el lecho marino? ¿O acaso es ese nuestro destino común, porque “Todo nace muerto, muerto sigue, seguirá”? Lo cierto es que somos parte del mismo retorno, del mismo ciclo de lo animado-inanimado, porque “Somos nutriente del mar”.

Hay una tradición de los pescadores nahua-chichimeca y de los afromexicanos en relación a los muertos, que tiene que ver con un ritual marino/lagunar en Puerto Ángel, Corralero y Minitán. A los muertos se les lleva en procesión en lanchas o cayucos atravesando el mar o la laguna, hasta llegar al panteón. ¿Reitera el entierro el viaje de regreso a África? Nos dice el autor: “Meciéndome hamaco las almas de los muertos”.

Termino diciendo tres cosas. La primera que todo lo anterior nos planeta la amenaza permanente de la muerte: “El mar | Puedo escucharlo | me mece en la hamaca sin mecerme”. La segunda, el consuelo de volver a renacer: “Hoy soñé con los desaparecidos | Que hace antes | Fueron sembrados en el aire”. Si los desaparecidos fueron sembrados, van a renacer. Y en ese tenor, “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Y la última es que propongo Diez Mil Interpretaciones a Diez mil venados… y después… tirarse a la mar.

Costa Chica de Oaxaca. Noviembre de 2014. Mes de los muertos.

1/09/2015

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Un libro con alas: “Juro guardar la Constitución. Cambios, negociación y adaptación, 1820-1876” de Rolando Néstor Marín García

Hace algunos días, en la celebración de un taller de planeación municipal donde participaron autoridades municipales, agrarias y líderes locales, todos en la segunda planta del edificio municipal de San Juan Colorado, Jamiltepec, Oaxaca, manteniendo en mano alzada el libro “Juro guardar la Constitución. Cambios, negociación y adaptación, 1820-1876”, mencionaba en voz alta y sin ocultar mi emoción, acerca de lo importante que es la escritura de nuestras historias locales, de su gran valor en la reconstitución de nuestros pueblos y rematé con la propuesta de que todos en nuestras casas deberíamos tener un ejemplar de éste precioso libro, apagar la televisión y disfrutar de su lectura. Horas antes había conseguido el libro, junto con otro de poemas bellísimos, en casa de Rolando, lo había hojeado y, “a vuelo de pájaro”, revisado su contenido prometedor y fina escritura. Una lectura posterior me permite pensarlo como libro fundamental no sólo para entender las relaciones políticas y económicas en el San Juan Colorado del Siglo XIX, sino para alumbrar toda nuestra región y a ayudarnos a abrir ventanas desconocidas, atar cabos sueltos y a tejer historias. El libro trata de una reconstrucción histórica de la comunidad a la luz de los cambios políticos, de las estructuras de representación y administrativas, así como de las formas en que se fue articulando la sociedad nacional y regional con las propias de participación y gobierno indígena; desde la República de Indios, hasta la construcción de estructuras municipales que aún existen. La amplia revisión de archivos históricos que Rolando acometió en su investigación, lo llevan a descubrir en el antiguo San Juan Yocoa -como alguna vez fue denominado- los orígenes de una ceremonia ritual de paso y purificación, el Ndatu, que se constituye como un umbral en el cambio del poder comunal, ritual que aún pervive en las comunidades Ñuu savi. También su lectura devela como lo que se llama “la costumbre” se debe concebir como un producto histórico, de ninguna manera estático. Llama la atención cómo demuestra que en algún momento, la transmisión de los bastones de mando -objetos rituales de poder-, se realizaban en Jamiltepec y, por el cambio de las relaciones políticas, se trasladan a la intimidad de los pueblos. Esta visión de la comunidad como una gran familia para los indígenas, donde el presidente es como un padre y los “hijos del pueblo” son sus integrantes, no deja de sorprender y poner en cuestionamiento las actuales formas deshumanizadas de representación. Todo este viaje, donde los Ra tsa’un: “los que han crecido” (p. 82), hablan desde la memoria recuperada, es un recuento e historia de la resistencia, del modo en que los indígenas de la región diseñan sus propias estrategias para sobrevivir y sus formas de acoplarse a los cambios administrativos y legales, de manera que “la costumbre”, más que un conjunto de prácticas reiteradas una y otra vez, es una estrategia de su “estar en el mundo”, construcción social que tiene muchas implicaciones en cuanto a las formas de pensar el tiempo. También nos muestra como dentro de las ontologías mesoamericanas, las entidades humano-mitológicas cobran agencia y poder, como es el caso de los Ndosos, los cuales, entre otras cosas, no permitían que los mestizos se asentaran en la población (p. 119). La agencia es tal, que se atribuye a un Ndoso, según la versión de mi amigo Victorio Santiago, la fundación de Ñuu Yokua’a. En la lectura de “Juro guardar la Constitución”, es posible ubicar, desde el oscuro Siglo XIX, apellidos de gobernadores, apoderados, influyentes, que vivían en Jamiltepec y Pinotepa, cuyos rastros siguen reiterándose en la infamia del Porfiriato y acaso hasta la actualidad. Comprender la estructura de poder regional pasa por revisar la forma en cómo se ha ido construyendo el sistema inicuo de relaciones, donde una de las formas más extremas de violencia es la invisibilidad, como cuando se declara, desde la visión liberal, que “…los indios ya no debían de existir” (p. 112), tal y como he escuchado decir en la actualidad. El 11 de septiembre de 1852, las autoridades municipales y ancianos de la comunidad deciden rentar por siete años los terrenos de San Juan Colorado, por una paga de 60 pesos anuales, contrato que correría a partir del 1 de enero de 1853. Sin embargo, tres años después se atraviesa la siniestra Ley Lerdo, mediante la que se expropia despiadadamente a los indígenas de sus territorios ancestrales. Es así como el arrendatario Manuel María Fagoaga, en un abrir y cerrar de ojos, se adjudica las tierras por un lapso de 29 años, es decir, poco más de lo que comprende una generación humana. En 1886 las tierras son vendidas a Plaza y Martín de Pinotepa de Don Luis, en 1887 se traspasan a Manuel Santibáñes y luego a Dámaso Gómez (p. 109), otro personaje siniestro que se apodera de una gran extensión territorial comprendida entre los Ríos La Arena y el Verde, y desde la lengua oceánica hasta Ixtayutla. En toda la trama que construye Rolando, ocupa un lugar central un personaje llamado Antonio García de los Reyes, quien, con su astucia, “pudo obtener ayuda de los dos mundos”. Las quejas de autoridades y pobladores son constantes respecto a ésta persona. Las autoridades se quejan de desplantes en su contra. Y así, es nombrado en 1858 como primer presidente municipal, luego en 1861, y hacia 1876 por tercera ocasión (p. 121 y ss). Es decir, la presidencia municipal nace como una estructura que viene derivada de un poder no controlado por la colectividad. En este proceso hay una persona clave, que es Ursulino Parada, quien para 1951 era Gobernador Departamental en Jamiltepec (p. 154). Si tomamos en cuenta que para 1864, Parada le vende fraudulentamente los terrenos de Siniyuvi a García de los Reyes, tenemos una relación clave que ya ha durado varios años: Don Ursulino con los poderes regionales y García de los Reyes controlando la comunidad y sembrando el miedo en San Juan Colorado. Esta relación de poder le sirve a García para actuar en impunidad. Cuando un grupo de ancianos y ciudadanos acusa a García de fraude por malos manejos de fondos comunitarios, es defendido por Bruno Valladolid ante el Juez de Jamiltepec. Al final, varios “hijos del pueblo” son encarcelados por oponerse a los poderes local y regional (p. 149 y ss). Es así como se entretejen las relaciones de poder, donde la estructuración de los controles locales comunitarios no pueden entenderse más que en su articulación con el orden regional. El Estado nace así, asegurando el control de hombres y territorios, mediante correas de transmisión que son vigentes hasta la actualidad. Rolando ha echado a volar, desde 2013, este libro con alas, y ya ha tomado altura. Esta es una invitación para volar esas alturas y presentizar las historias que nos Rola. Huaxpaltepec, Oaxaca.

Agosto 2014.

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Declaratoria de las organizaciones participantes en consulta pública efectuada el día 14 de junio de 2014 en Cuajinicuilapa Guerrero, sobre la metodología de la encuesta intercensal 2015 del INEGI

Los abajo firmantes, representantes de organizaciones de la Sociedad Civil e instituciones participantes en la Consulta Pública sobre la Metodología de la Encuesta Intercensal 2015 convocada por el INEGI, reunidos el día 14 de junio en Cuajinicuilapa, Guerrero, tomamos conocimiento de que dicha institución determinó suspender el sistema de Conteo Intercensal y proponer, para 2015, la realización de una Encuesta Intercensal. El INEGI insiste en descartar las autodenominaciones de los pueblos negros. El modelo de encuesta, en lo que respecta a la población negra afromexicana, no tendría la especificidad que esta población requiere para su reconocimiento constitucional. Después de un largo tiempo de relación entre las organizaciones con el INEGI, no encontramos a la fecha, rasgos de voluntad política del Estado para avanzar en el reconocimiento estadístico y jurídico de la población negra. Esta situación se hace de conocimiento público con el objeto de alertar a la población nacional de que, pese a los compromisos internacionales contraídos por el Estado nacional, la estructura del mismo, dilata los procedimientos para el reconocimiento pleno de derechos de una población marginada e invisibilizada históricamente. Consideramos que, al incluir a la población negra por primera vez en las estadísticas oficiales nacionales, el Conteo tiene mayor especificidad en el conocimiento de la dimensión, condiciones y situaciones de ésta población; mientras que el modelo de encuesta, si bien útil para otros grupos sociales, no es conveniente de aplicar a la población negra afromexicana, ya que se carecen de referentes oficiales previos. Para el trazado de políticas públicas de cualquier sector de población, es fundamental poder contar con información estadística comprobable, así como sus interrelaciones en términos de condiciones y situaciones. Por el ejercicio que se nos mostró, vemos que los datos se tendrán a nivel municipal, y de localidad en algunos casos, mientras que, para el caso que nos ocupa, es fundamental que los resultados arrojen informaciones a nivel de las comunidades en las que viven los pueblos negros. La inclusión de las categorías en un Conteo Intercensal, permitirá hacia futuro, las comparaciones suficientes para el trazado y ajuste de políticas públicas específicas y referidas a esta población, si bien constituyente del país, ignoradas sistemáticamente por la nación. Por lo anterior Exigimos: 1. Ampliar el ámbito de categorías a todas las formas de autodenominación de los pueblos negros afromexicanos; 2. Que se regrese a la modalidad de Conteo Intercensal y que el mismo sea aplicado con las categorías de autoadscripción; 3. Que se exprese la voluntad política del Estado Mexicano, en concordancia con los acuerdos internacionales que ha asumido; y 4. Acorde al Artículo 2o. Constitucional, se reconozca, valorice y respete el total de diversidad cultural del país. Se convoca a la sociedad nacional, en especial a los grupos civiles, de derechos humanos e instituciones educativas, para que acompañen la reflexión sobre la tercera raíz, y den seguimiento a las propuestas y actividades que sobre el tema tienen las distintas instituciones del Estado en sus tres niveles de gobierno, para que no se siga negando al reconocimiento constitucional y estadístico de los pueblos negros-afromexicanos.

Dado en Cuajinicuilapa Guerrero, a los catorce días del mes de junio del año dos mil catorce.

Israel Reyes Larrea. AFRICA A.C Oaxaca. Nemesio Rodríguez. PUIC-UNAM. Sede Oaxaca. Angustia Torres. Colectivo Las Morenas. Oaxaca. Ángel Feria Carrasco. Colectivo de Artistas Visuales de la Costa de Oaxaca. Francisco Ziga. Púrpura AC. Oaxaca. Baltazar Velasco García. Grupo Cultural Costa Chica AC. Oaxaca. Bulmaro García Zavaleta. ODEPA A.C., Guerrero. Teresa Mojica Morga. Diputada Federal. Guerrero. Beatriz Amaro Clemente. Red de Mujeres de la Costa Chica. Oaxaca.

6/18/2014

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Los teñidores

(Haikus para los tintoreros de caracol púrpura de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca)

I
Una semana,
camino a pie entre el monte,
desde Ndo Yuu.

II
Piden permiso,
a San Pedro en Pochutla,
los teñidores.

III
Luz es tu rostro,
Te encontró un tintorero,
en el peñasco.

IV
Surge del agua,
se mancha el monte seco,
de la esperanza.

V
Playa La India,
descansa en la marea,
púrpura pansa.

VI
Una madera,
y el tornasol emerge,
llora su tinta.

VII
La mano amiga,
su casa es una concha,
púrpura viva.

VIII
Caminan juntos,
trescientos caracoles,
en la madeja.

IX
Olor marino,
guardando las madejas,
la yunutuca.

X
Jícara en mano,
grabando Margarito,
sueños de Luna.

XI
Vuelve a la tierra,
el caracol se torna,
en pozahuancos.

XII
Del malacate,
como arañas que tejen,
profundas penas.

XIII
De mar y ensueño,
tradición legendaria,
los caracoles.

Pochutla Oaxaca, diciembre 12 de 2008.
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Huaxpaltepec, apuntes para su historia

Por: Dr. Francisco Ziga.

Universidad Autónoma Chapingo.

Huaxpaltepec deriva su nombre de la lengua náhuatl y se compone de los vocablos cuetzpallin que significa “lagartija”, tepetl es “cerro”y el locativo c que indica “en”; es decir el nombre del pueblo significa En el cerro de las lagartijas1. Como muchos pueblos en Mesoamérica, poseía un nombre náhuatl, cuya toponimia indicaba mas o menos, el significado de la denominación en la lengua local. En éste caso, en lengua Ñuu Savi o Mixteco de la Costa, se dice Xiñi Tityi, de Xiñi, cabeza y Tityi, iguana. Huaxpaltepec es un pueblo prehispánico, aunque es muy probable, debido a la falta de evidencias arqueológicas, que el asentamiento original no se encontraba en el actual centro de población, que sí se pueden advertir en otros sitios de su actual jurisdicción. Antes de la llegada de los españoles, la región estaba dominada por el cacicazgo de Tututepec, que comprendía un extenso territorio desde los límites con el estado de Guerrero, hasta Huatulco Oaxaca, como lo apunta en arqueólogo Alfonso Caso2. El núcleo de ese cacicazgo se concentraba en la capital de Tututepec y en siete cabeceras o asentamientos mixtecos, uno de los cuales fue Huaxpaltepec.3 Rodríguez4 apunta que Huaxpaltepec se constituyó, desde antes de la Conquista, como un centro de intercambio, en su feria periódica, al igual que Pinotepa la Chica (hoy Pinotepa de Don Luis) y Juquila. ¿Hasta donde es posible pensar que la actual feria del Cuarto Viernes, cuando Huaxpaltepec articula toda una región ritual, tiene un origen prehispánico? Quien demuestre lo anterior habrá hecho un gran descubrimiento. Para 1547, a un cuarto de siglo de la Conquista, aún se conservaba el sistema de tributos, pues para ese año, Huaxpaltepec tenía como encomendero a Luis de Castilla, contaba con dos estancias o barrios, tenía 73 tributarios y entregaba un tributo de 14 pesos en oro al encomendero, el mismo que dominaba a Pinotepa de Don Luis, al cual debe su actual nombre. Aunque los datos de población son escasos, en los Papeles de la Nueva España. Suma de visitas y pueblos, recopilados por Del Paso y Troncoso, se reportan 365 habitantes para 1541. Dos siglos después, hacia 1746, existen 390 habitantes según datos del Teatro Americano de José Antonio Villa-Señor. Si damos por cierto que las varias epidemias traídas por los españoles y la destrucción física de las culturas originarias disminuyeron hasta dejar en un 10 por ciento a la población, podemos aventurar una hipótesis: unos tres mil habitantes previo a la Conquista, lo cual no es nada desdeñable, si consideramos que para el Censo de 2010, INEGI reporta 4,146 habitantes5. Durante el período Colonial con la nueva estructura política, Huaxpaltepec quedó comprendido dentro de la Provincia de Jicayán, donde residía el Alcalde Mayor que gobernaba toda la Provincia. Para aquellas comunidades que, como Huaxpaltepec, tenían una población significativa, se integró un Cabildo Indígena, cuya estructura fue llamada República de Indios, estando representados por un Gobernador indígena y varios oficiales de República.6 Estas estructuras también presentes en Jicayán, Huazolotitlán, Chayuco, Pinotepa Nacional, Don Luis, Jamiltepec, permitieron una autonomía relativa de las comunidades, al amparo de la cual se crearon estructuras de cargo y una fuerte identidad comunal, que incorporó tanto elementos prehispánicos como aquellos impuestos por la cultura española como la religión, tecnologías y sistema de gobierno. La actual estructura de cargos tiene un origen colonial y refuncionaliza su relación con las estructuras de Estado. Una vez pasada la guerra de Independencia de México, en varios momentos se menciona la existencia de la población: para 1826 aparece como Huaxpaltepec, perteneciente a Jamiltepec, de acuerdo a la nueva estructura político administrativa. Es desde el 18 de noviembre de 1844 cuando aparece registrado como San Andrés Huaxpaltepec7. Esta denominación con nombre de una deidad del santoral católico, nombre náhuatl y vigencia del nombre mixteco, reitera una relación prehispánico-colonial, relación que aún hay que trascender. Derivado de la implementación del gran proyecto liberal que cobra fuerza con Porfirio Díaz, el territorio de la Costa es objeto de grandes concentraciones de tierras. Entre el Río Verde y el Río de La Arena hasta Ixtayutla con límite en la rivera del Pacífico, se consolida una gran propiedad territorial, en manos de un solo propietario: Dámaso Gómez, quien no solamente controlaba tierras, sino también el comercio tanto de productos foráneos como de las cosechas de las mismas tierras que arrendaba a los campesinos, antiguos propietarios. Esta situación de injusticia provocó el levantamiento armado de 1910-1917, el cual se vivió en la región en una mezcla de confrontaciones de clase y conflicto étnico. En la instauración del reinado mixteco en mayo de 1911, se corona a María Benita Mejía como reina de la Mixteca Costeña, con representantes en los pueblos indígenas de poblaciones cercanas como Huaxpaltepec. Aunque dicho reinado duró sólo una semana, puso en evidencia el conflicto interétnico presente en toda la región. Durante el desarrollo del conflicto armado, las fuerzas se alinearon en dos bandos: los carrancistas, con su fuerte bastión en Pinotepa Nacional, y los zapatistas, cuyos ejércitos estaban integrados por gente de las otras poblaciones del distrito. En Huaxpaltepec, por su ubicación entre los dos centros políticos de Pinotepa y Jamiltepec, se desarrollaron combates entre las fuerzas oponentes, como lo consigna Atristain8. El resultado evidente fue la derrota de las fuerzas que demandaban la tierra y el respeto a la cultura indígena. Pacificada la región y ajustadas las cuentas con los zapatistas indultados o no, se crea un gran compás de espera. Las fuerzas dominantes con la esperanza de conservar sus privilegios; los campesinos indígenas y negros, en espera de la dotación de tierras, que iniciaría hacia 1934 en la región. Para 1950 ya se tenían asignadas tierras al 70 por ciento de los ejidos y comunidades existentes en la actualidad9. Despúes del reparto viene otra historia, nuestra historia contemporánea que es necesario registrar y re-construir. Estos pasajes a grandes tintas, nos muestran un pasado glorioso, una lucha incesante por resistir al acoso del poder, las reiteraciones de desigualdad aún presentes, pero también la posibilidad de construir y re-construir la comunidad a partir de las fortalezas de la cultura propia y de aquello apropiado, aunque el saldo del conflicto hasta ahora se incline hacia un lado de la balanza.

1. Bradomín. JM. 1992. Toponimia de Oaxaca. S/e. p. 109.

2. Caso, A. 1992. Reyes y reinos de la mixteca. TI. FCE, México.246 pp.

3. Widmer, R. 1990. Conquista y desperta de las costas de la mar del sur. CONACULTA. P. 33.

4. Rodríguez Canto, A. 1996. Historia agrícola y agraria de la Costa de Oaxaca. UACh. p.60.

5. Datos disponibles en: www.inegi.gob.mx

6. Rodríguez, Op cit. 64-66.

7. Steck Baños Daniela. 2004. Jamiltepec y sus alrededores. Palabra en Vuelo. p. 149.

8. Atristain Darío. 1925. Notas de un ranchero. s.e.

9. Rodríguez. Op. Cit. p. 183

9/06/2013

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El Centro de Desarrollo Musical de la Costa de Oaxaca: un esfuerzo cultural sin precedente

Por: Francisco Ziga.
Asesor de COMPAS.

Desde hace ya varios años, la Coordinadora de Organizaciones Musicales para la Autogestión Social COMPAS, ha realizado esfuerzos por el desarrollo de la música regional, la capacitación, la difusión y el registro de la música tradicional de la Mixteca de la Costa de Oaxaca. Un proyecto que hasta ahora se había perfilado irrealizable por su complejidad, inversión en recursos económicos y esfuerzos colectivos, se está ahora cristalizando: una escuela regional de música, al estilo de las experiencias de la región Mixe, al norte del estado de Oaxaca.
En este proyecto, como en todos los emprendidos por COMPAS, la figura del Maestro Feliciano Jiménez Castro es clave. El Maestro Feliciano lleva en su haber, la educación musical de más de 150 jóvenes de varias comunidades de la región, donde ha prestado sus servicios, sumándose a los esfuerzos por la preservación de la música local. Desde hace más de un año, Feliciano ha estado preparando el proyecto apoyado por la entusiasta colaboración del Maestro César Delgado Martínez, quien ha sido educado musicalmente desde sus primeros años en la región mixe y con estudios en escuelas de música en la Ciudad de México y en Francia. El proyecto aludido fue presentado a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, quienes están apoyando económicamente en las fases iniciales del mismo.
El día 25 de febrero de 2012, se efectuó, en San Juan Jicayán, municipio de San Pedro Jicayán, la inauguración del Curso-Taller para maestros de música, contando con la presencia de autoridades municipales y agrarias, maestros de escuelas, jóvenes músicos y promotores culturales. El propósito del curso es el de capacitar a maestros de música en varios aspectos como teoría musical, dirección, informática musical, construcción y reparación de instrumentos musicales de cuerdas, entre otros temas. La capacitación, que inicia el día mencionado, tiene 3 fases en 2012, con igual número de talleres y con la intervención de connotados maestros de música, como el caso del Maestro Delgado.
Todo el evento estuvo lleno de emotividad, con la carga natural y estética que le imprimen los músicos: desde la bienvenida a la comunidad, dada por el Profesor Alberto López Ortega, Presidente del Comisariado de Bienes Comunales de San Pedro Jicayán, quien enfatiza acerca de la importancia de este esfuerzo sin precedentes. Feliciano Jiménez enfatiza, en una reseña histórica de las organizaciones musicales de la Costa Chica, que esto nace desde los años treinta, cuando se establecen las primeras orquestas y bandas en las comunidades, comenta acerca de COMPAS y de la necesidad de fortalecer esta nueva experiencia educativa, pues la propuesta es de que el Albergue Escolar “Gonzalo Aguirre Beltrán”, se acondicione para lograr el alojamiento y alimentación de quienes en los años venideros reciban clases en el el Centro de Desarrollo Musical de la Costa de Oaxaca CEDEMCO. Ahora se trata de preparar a quienes darán clases en él, utilizando desde ya, la infraestructura comunitaria del albergue.
En su turno, el Maestro Delgado hace notar que la región musical necesita consolidarse, es decir hacer una “música sólida” y en estas dos palabras el Maestro abre el mundo futuro deseable para la condición estética musical de la región. El CEDEMCO tiene esa gran tarea. Pero lo fundamental (otra gran aportación) es que el proyecto tenga un verdadero sustento comunitario, que la región y sus comunidades se apropien de él. Seguro que así será, porque la música da sustento a muchas otras expresiones culturales como las danzas, lo rituales de paso, los comunitarios, los agrarios, y muchos símbolos nucleares más.
Al Ing. Hilario Santana, de la CDI de Jamiltepec, se le designa para hacer el acto oficial de inauguración. Expresa la necesidad del compromiso de los jóvenes participantes en el taller, y de la disposición institucional de seguir apoyando el patrimonio cultural de los pueblos indígenas de la región.
Este esfuerzo sin precedentes nos devela la gran sensibilidad y el desarrollo estético alcanzado por la cultura indígena local y también de sus preocupaciones por la preservación y el desarrollo del arte propio y su engarzamiento con manifestaciones musicales creadas en otras latitudes.
Este esfuerzo merece todo el apoyo de la sociedad regional, de los ciudadanos, organizaciones y por supuesto, de la intervención de los tres niveles de gobierno, hasta ahora invisibles en éste tipo de acciones que nos posiciona verdaderamente en los procesos formativos de la niñez y la juventud; también es necesaria su emulación en otros campos del arte.
Huaxpaltepec, Oaxaca. 29 de febrero del 2012.

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Hidalgo. Entre la virtud y el vicio

(Eugenio Aguirre, 2009. Editorial Planeta. México. 493 pp)

He tenido el deleite, durante la última semana de enero del 2012, de leer un fabuloso libro titulado Hidalgo, a cuyo autor, Eugenio Aguirre, había conocido ya desde hace algunos años a través de su tinta, que, vaciada en las formidables páginas de Gonzalo Guerrero, recrea la increíble historia del español que, naufragado en 1511 en el Golfo de México, llega como esclavo a la zona maya y es asimilado, integrándose a esa gran civilización. Aquí realiza el primer mestizaje al casarse con Ix Chel Cam, con quien procrea hijos. Aguirre afirma que reconocer ese primer mestizaje -antes que el dado por Cortés y la Malinche- nos hace ver a los mexicanos, no como resultado de un “mal nacimiento”, sino de la mezcla del amor y el reconocimiento, por un español, de la grandeza de una cultura originaria. La vida de Gonzalo Guerrero acaba, según los registos históricos, en Centroamérica, luchando al lado de los mayas, defendiendo la cultura de su progenie.

Con motivo de la presentación de Hidalgo -cuyo subtítulo en portada es Entre la virtud y el vicio-, el año pasado, el autor fue invitado al Departamento de Sociología Rural de la Universidad Autónoma Chapingo, donde tuve la fortuna de estrechar su mano, escuchar atinados comentarios y hacer patente mi admiración y reconocimiento por la prodigiosidad de su pluma y las extraordinarias, increíbles y asombrosas historias plasmadas tanto en Hidalgo como en Gonzalo Guerrero.

Y como nada es “cosa simple”, “culturas simples” o “modos simples de ser”, Eugenio en su efecto de “desnudamiento del ser” o «socavamiento de lo pseudoconcreto» a decir de Karel Kosík, nos propone unas historias donde los héroes adoptan su estatus de gente común y la gente del común se destaca por su heroicidad.

Pa’ empezar, al cura Hidalgo, cuyo nombre completo es el de Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla, se le reconocen los dotes de hombre bien letrado, con el dominio de las lenguas europeas y originarias como el nahua y el otomí, de una capacidad intelectual y argumentativa sorprendentes, por las cuales llegó a ser rector del Colegio de San Nicolás, en Valladolid, hoy Morelia Michoacán. Hidalgo también, nos cuenta Aguirre, se destacaba por ser hombre polémico, pues al cultivo de su espíritu, le acompañaba la acción por el bienestar de los pobres e indígenas allí donde sirvió de párroco, al establecer talleres de artes y oficios así como el desarrollo de las buenas prácticas en la agricultura. También se destaca en el libro algo que no podría deja de hacer Aguirre: el carácter alegre y humano del Padre de la Patria, donde se colocan su gusto por la fiesta brava, los juegos de azar, el vino y las mujeres. Como dice Aguirre, la idea creada del viejito calvo, buenagente y de alma inmaculada, se derrumba cuando se ve al hombre que tuvo la osadía y el valor de lanzarse como caudillo de la guerra de independencia de México para liberar a sus habitantes sujetos y sometidos a España por cerca de trecientos años.

La lectura del libro nos coloca, entreveradamente, de los pasajes más sorprendentes, por lo que más complejos, en la apertura epocal donde se combinan las situaciones de sojuzgamiento de las castas en la Nueva España, a los conflictos entre la nobleza española y las tensiones existentes en las naciones ultramarinas, que fueron abonando poco a poco el alzamiento popular que marca el orto de la nación mexicana para celebrar la primera “fiesta común” a decir de Enrique Florescano.

Las lecciones que podemos extraer en el libro no sólo se constriñen al conocimiento de las historias forjadas en el movimiento de independencia alrededor de la figura de Hidaldo, sino que nos propone un abordaje sumamente interesante en el ejercicio de construcción de la realidad, cuando afirma, en la página 61, que lo que llamamos “realidad” es como un calidoscopio, donde la variación de un enfoque de los acontecimientos observados hará que se generen apreciaciones muy particulares, las cuales sin duda enriquecen dicho universo. Esta consideración, que se mueve ciertamente en desmentidos que Hidalgo hace en voz de Aguirre, hace que la noción de verdad sea puesta entrecomillas.

Me han llamado la atención, en este asunto de la faceta libertina del Padre de la Patria, algunos pasajes llenos de voluptuosidades, como cuando describe, de manera formidable, los atributos de Dulce María de Los Remedios, de esbelto cuerpo y cintura angosta y de los desenfrenos que iban a parar hasta la celda de Hidalgo; la exuberancia y aliento que provocaba en él la figura de Doña Josefa, su mujer; o de las apreciaciones libidinosas acerca de la sensualidad y carnes de la mismísima Doña Josefa Ortíz de Dominguez. También es digno de mencionar el carácter sarcástico y ácido utilizado por Hidalgo, como cuando al referirse a los curas realistas utiliza el término ¡za-cerdotes! a manera de injuria inclemente hacia un posicionamiento alejado del discurso del “bien”.

El libro es como un río. Al río crecido del empuje, la valentía, el arrojo y la lujuria de Hidalgo, le sigue su abalanzamiento en la lucha independentista, para acabar, como un río que se entrega irremisiblemente al océano, en perderse tanto por los errores estratégicos de los insurgentes, como por las traiciones en que se consumió el final de la vida del primer levantamiento del siglo XIX mexicano. En los últimos capítulos uno siente cómo se va apagando la flama de Hidalgo -el lector se va consumiendo a la vez que la lectura-, pero para resurgir más adelante en quienes continuarían con la lucha.

Hidalgo nos muestra de manera tan precisa como amplia, la dialéctica entre el individuo y su tiempo, el destino histórico que se va conformando entre las circunstancias y las decisiones, la forma en cómo el tiempo se va anudando en el presente, tanto en reiteraciones del pasado vivo, como en las prefiguraciones que del futuro se van creando en el presente. Es una obra que todos debemos conocer, puesto que como dice José Emilio Pacheco, existe una estrecha relación entre lectura, lenguaje y pensamiento, útiles para diseñar, conociendo nuestra historia, los mejores derroteros de nuestro país, ante el saqueo y colapso a que la han sometido quienes, como en los tiempos de Hidalgo, pretenden seguir dominando la nación.

Costa Chica de Oaxaca, a 28 de enero del 2012

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Foro Lulá. Movimientos populares indoafromestizos en América Latina y el Caribe

Los miembros del Foro, después de haber sostenido dos reuniones en la ciudad de Lulá (Oaxaca) – en noviembre de 2010 y mayo de 2011, esta última en el marco del 2o Festival Oaxaca Negra – y habiendo reflexionado sobre la situación de los pueblos y movimientos indoafromestizos de América Latina y el Caribe.

DECLARAN

Que es urgente reflexionar y actuar para estabilizar y revertir los impactos negativos que el capitalismo en su forma actual de imperialismo global causa a las poblaciones, los territorios, las formas de vida y las culturas de los pueblos indoafromestizos, en una inocultable y cada vez más profunda crisis civilizatoria, y ante lo cual resulta urgente manifestarnos subrayando la importancia de pensar para la acción.

Que en el 2011, declarado por la ONU el Año Internacional de los Afrodescendientes, se hace urgente el reconocimiento de los derechos de los pueblos negros y afros en America Latina y el Caribe, específicamente de los afromexicanos que habitan en varios Estados de México. Este reconocimiento debe basarse en el respeto al derecho de consulta y a sus decisiones particulares de autoadscripción; asimismo los pueblos negros y afros deben tener participación en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas bajo un enfoque intercultural en los distintos países.

Resulta imperativo, ante las formas con las que el capital profundiza la crisis sistémica del modelo hegemónico actual, reconocer y valorar los elementos de unidad en la diversidad que caracterizan a los pueblos y organizaciones populares, su histórica resistencia y sus propuestas del buen vivir, la comunalidad, la equidad y la reciprocidad con la humanidad y la Madre Tierra.

Como lo han venido construyendo los pueblos del sur de América desde el concepto del “Buen Vivir”, o la aportación de los pueblos indígenas originarios de Oaxaca desde el concepto de la “Comunalidad”, así como sus aportaciones a las reformas constitucionales para el reconocimiento de sus derechos.

El análisis de los diversos contextos históricos de los movimientos populares muestra que el capitalismo globalizado afecta a los pueblos con la imposición de megaproyectos, el despojo de tierras, territorios, la migración forzada, la deportación económica, los desplazados internos, la criminalización de las luchas sociales a través de legislación antiterrorista, los feminicidios, la violación sistemática de los derechos, el narcotráfico, la militarización y otras formas de violencia contra las personas, los pueblos y la naturaleza.

Ante la magnitud de la crisis, los gobiernos, los organismos multilaterales, el sistema bancario mundial, las corporaciones y las oligarquías nacionales, siguen reiterando su fe perversa en que todas las soluciones pasan necesariamente por el llamado libre mercado, cuando la historia nos sigue demostrando que estas crisis cíclicas, ascendentes y cada vez más profundas son parte inherente del sistema.

Las políticas predominantes a nivel mundial –incluidas aquellas que discursiva o declarativamente afirman reconocer la interculturalidad y la etnicidad– confluyen en los modelos que erosionan los conocimientos, los ecosistemas, las formas ancestrales de asociación en comunidad, la realización de proyectos autonómicos de los pueblos que mercantilizan por igual los patrimonios naturales, culturales y territoriales.

Los pueblos y movimientos indoafromestizos son testimonio de la fuerza y capacidad de vida y creatividad social y cultural aún después de siglos de opresión colonial contemporánea. Sus capacidades productivas, sus conocimientos y tecnologías, su economía social, su interacción con la naturaleza, su capacidad de reinventarse adaptándose a las circunstancias siempre cambiantes, aunque también con dificultades y contradicciones, muestran que son ellos los portadores y recreadores de otras formas de civilización y de esperanza para la construcción de un nuevo mundo.

Los aportes históricos de los pueblos indoafromestizos a la comprensión de la naturaleza, de la sociabilidad y de la reproducción cultural y natural -pese a las estrategias de dominación y explotación colonial y contemporánea que los han subalternizado y marginado-, constituyen elementos esenciales de un nuevo y alternativo paradigma de desarrollo y buen vivir, como respuesta civilizadora a la crisis.

Frente a esta situación, hacemos un llamado a los pueblos y organizaciones de las Américas en lucha, para que juntos contribuyamos a construir ese otro mundo posible antiguo y nuevo que hospedará con respeto a las generaciones futuras.

Por nuestra parte nos comprometemos a llevar a cabo un tercer Foro Indoafromestizo para elaborar un instrumento, que sintetice las aportaciones y formas de lucha del movimiento indoafromestizo, que puedan ser útiles a los pueblos y movimientos frente a los procesos locales y mundiales.

Hacemos un llamado al Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, para que en todas las reuniones nacionales e internacionales, incorpore el tema del reconocimiento de los derechos de los Pueblos afro-negros, como una forma de coadyuvar en la lucha de nuestros hermanos y hermanas.

Continuaremos denunciando los procesos de criminalización de las protestas sociales y despojo de los territorios de nuestros pueblos, así como solidarizarnos con todos los procesos de acción y de lucha de los movimientos sociales populares indígenas afro-negros de América Latina y el Caribe y de otros continentes.

En consecuencia hacemos un llamado a todos los pueblos y movimientos populares a seguir alimentando y construyendo los procesos de articulación y de lucha para así implementar nuevas estrategias que se encaminen a superar la actual crisis civilizatoria y con ello demostrar que un mundo diferente es posible dentro de la diversidad.

En la ciudad de Lulá, sábado 7 de mayo del 2011.

José Del Val Blanco

Stefano Varese

Saúl Vicente Vázquez

Cecilio Solís Librado

Carlos Zolla

Martha Sánchez

Rosamel Millamán

Natalia Quiroga

Bulmaro García Zavaleta

Francisco Ziga

Miriam Miranda

Nemesio Rodríguez

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Reseña del libro La Costa de Oaxaca ayer y hoy de Adolfo Rodríguez Canto

(Universidad Autónoma Chapingo 2010).

Por: Francisco Ziga. DCA/UACh.

El libro La Costa de Oaxaca ayer y hoy de Adolfo Rodríguez Canto, fue presentado la tarde del viernes 18 de febrero de 2011 en la Casa de la Cultura de Pinotepa Nacional, con los comentarios de Daniela Steck, Renato Zárate y de quien esto escribe, contando también con la inspiración poética de Gabriel Narváez y las siempre gratas chilenas descriptivas de Baltazar Velasco. El autor del libro, Adolfo Rodríguez Canto, aborda el difícil manejo de la interpretación de las estructuras sociales y económicas de la Costa de Oaxaca, a partir de dos ejes temáticos: la estructura agraria y la estructura productiva, categorías de análisis que permiten abrir las dimensiones epocales en términos de las estructuras socioeconómica de la región.

Hay aquí entonces una propuesta teórica y no solo una historia construida mediante una simple ilación de datos tanto en archivos históricos como de información de campo. Se trata de un constructo explicativo acerca de las historias de las formas de apropiación de los recursos naturales, lo cual remite también hacia explicar las formas de consumo y de la red de relaciones sociales que se activan en estos procesos. Resulta en una propuesta en donde es posible ver relaciones de ruptura y continuidad en las estructuras productivas y agrarias en la Costa de Oaxaca.

Si como afirma el autor, la Costa se puede definir como una región y en su interior existe una gran diversidad en cuanto al entorno físico-biótico, cuyas características se manifiestan en agregados mayores llamadas condiciones fisiográficas como son: la planicie, el lomerío, el pie de monte, la sierra y la sabana, dicha diversidad también está presente en la existencia de varios horizontes culturales. En esta parte sostengo que este texto se vuelve referencia obligada en el estudio de las estructuras culturales desde sus orígenes hasta la actualidad. El autor nos propone también una historia social, en tanto nos remite a la época Prehispánica, la Colonia, la Independencia y la Reforma, el Porfiriato, la Revolución y la época Contemporánea.

El autor propone un cierto grado de correlación entre lo que se produce y las condiciones fisiográficas, lo que resulta en una gran variación en las actividades productivas y en los productos mismos y su diversidad de usos. Por ejemplo, para la década de los ochenta, el Centro Regional Universitario del Sur de la Universidad Autonoma Chapingo, son identificadas en la Costa de Oaxaca, 27 genotipos de maíz en el sistema roza-tumba-quema, lo cual implica una diversidad no solo biótica, sino fundamentalmente cultural.

Si el trabajo de revisión de archivos históricos fue exhaustivo, no lo fue menos el trabajo de campo. El autor nos demuestra fehacientemente un profundo conocimiento sobre la región. Sus estudios sobre la agricultura regional datan desde hace 30 años, cuando realiza las primeros trabajos que después se cristalizan en el libro Caracterización de la producción agrícola de la Costa de Oaxaca (llamado el libro verde), en coautoría con otros colegas chapingueros; luego su tesis de maestría, la cual sale a la luz publicada bajo el título Historia agrícola y agraria de la Costa de Oaxaca publicada en 1996 y finalmente el libro que ocupa esta reseña en la que se incorporan los procesos fundamentales de los últimos 15 años, como son la migración y los macroproyectos hoy en marcha.

La Costa de Oaxaca ayer y hoy es un libro de obligada lectura, no solo para alumnos de las escuelas, profesores, investigadores, viajeros, promotores locales, sino para toda la población, pues allí se refleja también la historia local, la de los municipios, de las gentes mismas, donde nos podemos ver como en un espejo; también para imaginar propuestas de solución ante la ingrata situación a que han orillado a amplios sectores del campo, las dinámicas excluyentes de desarrollo, pero también las políticas de abandono hacia el agro en su conjunto.

Chapingo, México, febrero 22 del 2011.

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