Por: Francisco Ziga
Cuando se habla de Santiago Ixtayutla, generalmente damos por sentado que la situación allá es crítica en varios sentidos, pero no nos imaginamos la dimensión de los problemas por los que atraviesa su población. Quiero ir más allá, creo que mucha de la gente que vive en la Costa de Oaxaca apenas se imagina la existencia de un municipio llamado Santiago Ixtayutla. El municipio se nos antoja como algo lejano, y las imágenes que nos llegan se refieren a serranías y gente con extraña indumentaria. Creo que la necesidad de construir una sociedad regional plural e incluyente debe partir de reconocer cada rincón de nuestra región cultural y tratar de ponerse esa indumentaria extraña e imaginar cómo nos veríamos a nosotros mismos recorriendo la sierra en medio de bosques de árboles extraños y de piedras mágicas que curan por conducto de los que saben.
Bueno, pero la idea de hoy es brindar algunas imágenes de la situación que se vive allá. Por medio de una coordinación establecida para un programa de intervención llamado “Programa Especial para la seguridad Alimentaria” dependiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, se nos revelan situaciones que viven las familias allá. En ese sentido hay que decir que la escenario desencadenado tanto por estructuras regionales depredadoras en varios sentidos, como por políticas de abandono institucional, las familias están en una situación de fuerte fragilidad, pues del total de productos de la canasta básica requerida, solo una cuarta parte son generados al interior de las mismas unidades y tres cuartas partes se tienen que adquirir del exterior.
A esto hay que agregar que los precios de los productos en Ixtayutla se incrementan en un treinta por ciento respecto a los precios que se manejan en Pinotepa Nacional, debido a los costos de transporte y a las ganancias con que se quedan los comerciantes, haciendo más difícil el acceso a los productos básicos. Por ejemplo, en el caso del maíz, solo se produce el 31 por ciento de lo que se consume y el resto tiene que ser adquirido por vía de los comercializadores regionales y locales. Esto se traduce en que el consumo calórico del conjunto de alimentos consumidos sea de cerca de 2000 kilocalorías, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo promedio necesario de 2500.
Esta situación genera la necesidad de migrar. Las familias que no tienen acceso a recursos suficientes para costearse un traslado largo, migran temporalmente a la planicie costera hacia las plantaciones de papaya y de limón, en donde tienen algún ingreso. Aquellas que se encuentran en situaciones de afrontar el gasto de traslado hacia los Estados Unidos y logran pasar por buena fortuna, se encuentran en situación un poco mejor, aunque dependiendo de las remesas y trasladando la responsabilidad de la reproducción de sus economías en los jóvenes. Las familias mismas entienden del alto precio que en la mayoría de los casos se tiene que pagar por dar ese salto, el que no se puede explicar sin la desesperación social imperante.
Hablando de la tierra disponible por familia, varía entre media y tres hectáreas, pero la siembra de maíz apenas llega con dificultad a una hectárea. La producción promedio que se obtiene es de apenas unos 600 kilos, cuando la producción promedio a nivel nacional es de 2.4 toneladas por hectárea. Esto es deficitario si pensamos que las necesidades anuales de maíz por familia son de 1500 kilos para comer durante todo el año. Para el caso del frijol, principal fuente de proteínas para la población, solo se obtienen 200 kilos por hectárea, mientras que el promedio nacional es de 731 kilos.
En general existe un insuficiente uso de los traspatios -sitios aledaños al hogar- para generar alimentos. Solo 4 de cada 10 hogares lo utilizan; en promedio las familias tienen seis aves para consumo; la escasez de agua azota la mayor parte del municipio y la que se tiene disponible para consumo humano es, en la mayoría de las veces, contaminada. En mayo de 2007, fallecieron 8 niños menores de 2 años a causa de diarrea y vómito producida por rotavirus (Noticias de Oaxaca, miércoles 23 de mayo de 2007. Núm. 10895).
Lo más grave del asunto es que la desnutrición afecta a los niños. De una muestra de 10 niños de entre 1 a 3 años tomados al azar, ninguno de ellos supera el Índice de Masa Corporal según la tabla de Ramos Galván y todos están en bajo peso según las tablas de la Cartilla Nacional de Vacunación del Sistema Nacional de Salud.
Ésta es una situación bastante lamentable que requiere una atención urgente de los tres niveles de gobierno, que a un siglo de promesas de la Revolución Mexicana no se ha podido resolver, más bien los gobiernos se han encargado de profundizar.
Si a esto le sumamos la promesa de mejoramiento de las condiciones de vida de la población a partir de un proyecto hidroeléctrico en el cual la población no tiene nada que ver, más que en lo que refiere a la utilización foránea de sus recursos naturales, el futuro se vuelve aún más desolador e incierto.
Sin embargo la última esperanza es el posicionamiento que puedan tener los actores locales y que la sociedad regional podamos también tener el valor de ponernos su indumentaria.
Cabeza de iguana. Septiembre del 2008
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