Las peticiones de lluvia en la Mixteca de la Costa de Oaxaca, México
Francisco Ziga.
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Desde finales de abril hasta mediados de mayo en la Mixteca de la Costa se realizan una serie de rituales sumamente importantes relacionados con los ciclos vitales para la colectividad costeña: me refiero a las peticiones de lluvias en varias comunidades de nuestra región cultural.
La importancia de tales eventos radica en que están mostrando la reiteración de tradiciones en la que se refleja parte importante de nuestra riqueza de visiones del mundo y en particular a aquellas referidas con la relación entre el hombre individuo-sociedad y la naturaleza.
Puedo diferenciar, considerando el espacio ritual donde se realizan, entre aquellos efectuados en los sitios relacionados con los cerros sagrados, morada de seres supraterrenales; y de aquellos verificados en el mar.
En Pinotepa Nacional, ciudad donde se concentran en un solo punto poblacional el mayor número de hablantes de lengua mixteca en la Costa según los datos del INEGI (2000 y 2005), se verifica uno de los más cautivantes de ellos. Desde principios de abril inician los preparativos. Un número reducido de gente mayor que conserva la tradición, se empiezan a visitar entre ellos para recordar la inminencia del acontecimiento y visitan a las autoridades tradicionales para solicitar el acopio de los enseres que exige el ritual y además de asegurar el transporte. El día 30 de abril es la partida de Pinotepa hacia el mar. Se asegura de llevar comida para los dos días del viaje de las 20 o 30 personas. Al llegar en vehículo hasta la barra de Corralero, atraviesan la bocabarra en lanchas de los pescadores de la comunidad. Al otro lado inician una caminata por la orilla de la playa hasta el cerro sagrado denominado “La Peña del Cristo”, donde azota el mar inclemente y desde donde se divisa una extensa amplitud oceánica y de las planicies y serranías costeñas. Allí se tiran los primeros cohetes y se inician los rezos y plegarias rogando por las precipitaciones pluviales. Este primer sitio sagrado, rodeado de playas de infinita belleza, está ahora amenazado por los fraccionamientos de playa que impone la inminente actividad turística local.
Luego se inicia el regreso a la bocabarra y después de atravesarla, se toma nuevamente el transporte por todo el litoral marítimo hasta llegar a un punto denominado “La Boca de la Vieja” (Ve’e Ña Cha’nu), donde se llega pasado el mediodía. “La Boca de la Vieja” es una cueva ubicada a aproximadamente 200 metros del mar, con una abertura irregular de piedras, como de cuatro metros de ancho y de altura, unos cinco metros de fondo y con tres derivaciones en profundidad desconocida cuya exploración está restringida por los mismos mandones. Después de limpiar la cueva y sus alrededores, hay que adornar un altar del interior con flores, tomar los alimentos y descansar un rato. Por la noche se vela en la entrada acompañados de la música tradicional de flauta y tambor. El grupo pernoctará en una carpa que se ubica entre la cueva y el mar. Niñas y niños, jóvenes y viejos conviven donde se efectuará el día primero de mayo la otra parte del ritual. Al amanecer marino un grupo de gente se dedica a capturar cangrejos de playa para preparar una comida ritual consistente en un exquisito caldo con sal, chile y ajo. El acto ritual fundamental reinicia con una invocación en la lengua oceánica. Un mandón con una cruz en las manos inicia un discurso en mixteco viendo todo el conjunto hacia el mar; posteriormente todos voltean hacia donde sale el sol, continuando las invocaciones; luego hacia el poniente y posteriormente hacia el norte, en dirección a la “Boca de la Vieja”. De allí el conjunto camina hacia la cueva en medio de rezos y al llegar penetran primero los mandones y unas señoras de mayor edad. En medio de la cueva se realiza los que a mi modo de ver es la parte más importante de la petición, que consisten en invocaciones de dos mandones y de una señora, todo en mixteco. Las invocaciones hacen referencia a que La Vieja, dueña de la cueva, proporcione la lluvia. Dicha petición exultante, es para todos, para los campesinos, para los ganaderos, para los comerciantes, para la vida, no solo para el maíz. Continúan los rezos y al mediodía se prepara el retorno a Pinotepa, no sin antes lidiar con los vehículos atascados en la arena de la playa. Al llegar a Pinotepa el grupo se dirige al punto denominado “El Calvario” donde está construida una capilla. Dudo mucho que la traída a tierra de la lluvia se dirija a la deidad católica resguardada en la capilla, pues en el patio del Calvario se posa imponente un árbol de ceiba (Yutu nuu en mixteco; nombre científico Ceiba pentandra), emblema importantísimo de la tradición mesoamericana, de donde emergieron, según los mitos de origen, los primeros Ñuu Savi. Ojalá que dicho emblema soporte con el tiempo el hambre depredador antibotánico de los dueños de las motosierras.
En Huaxpaltepec se realiza otro ritual que resulta como conseguido de algún sueño. El primer miércoles de mayo por la mañana, una procesión surge de la iglesia del pueblo y enfila hacia el Yucu Tityi el grupo de indígenas entre mandones, mayordomos y gente del pueblo. Acompañados de la música de viento, en una pequeña anda cargada por dos personas, viaja una efigie en miniatura de Tata Chú y, amarrado con cuerdas, en la parte posterior, un tigre sedente de madera, de unos cuarenta centímetros de alto y con la cabeza algo ladeada. Al frente de la procesión, destaca una persona que va sonando una campanita desde saliendo de la iglesia hasta llegar hasta la Piedra del Señor en la cúspide del cerro a unos 450 metros sobre el nivel del mar, desde donde se divisa la inmensidad marina, la planicie costera y las serranías del distrito. Llegando posan al tigre y al Tata Chú en una oquedad de la piedra y los dejan solos por un tiempo. Posterior a ello son llevados en procesión por una prominencia cercana y devueltos a un sitio cercano a la piedra. La procesión se regresa cerca del mediodía. En los días miércoles subsiguientes regresarán al Yucu Tityi a reiterar el mismo proceso ritual.
En Rancho viejo existe, importada de San Pedro Atoyac, al norte del distrito de Jamiltepec, una mayordomía no dedicada a alguna deidad del santoral cristiano, sino nada menos que a la lluvia. He podido estar allí en alguna versión de años anteriores desde la madrugada hasta bien entrada la noche, presenciando las invocaciones, la comida y bebida rituales y la danza de Las Mascaritas del Barrio Yutacú de Pinotepa Nacional acompañados de la música del maestro Feliciano Jiménez de San Juan Jicayán, Presidente de la Coordinadora de Organizaciones Musicales para la Acción Social.
Y así, varios municipios tienen sus lugares sagrados a donde acuden por las lluvias: San Juan Colorado tiene su Yucu Savi o Cerro de la lluvia; Santa Catarina Mechoacán acude a dos cerros cercanos y viajan a Cerro Plata en el municipio de Jamiltepec a traer arena del mar y enterrarla en los arroyos de la comunidad; Huazolotitlán y Jamiltepec acuden al Cerro de Yucu Chakuá aunque en días y zonas distintas del mismo sitio sagrado; Tetepec practica el baño de las Cruces, donde además se bañan a los niños pequeños para atraer la lluvia. Mayo es tiempo de esta movilización social para reproducir el ciclo de lluvias relacionado con el ciclo de la vida humana y el ciclo natural al cual pertenece el hombre Ñuu Savi.
En todo este llamado a las precipitaciones anuales que convocan en un mismo espacio sagrado a los Ñuu Savi y a las deidades como La Vieja, el Tigre, el Cerro, y otras más aún desconocidas, se está revelando un mundo en el que no hay separación entre individuo humano y naturaleza; en el que la naturaleza forma parte de la misma naturaleza humana y en el que la naturaleza humana se torna naturaleza. Vivir los rituales de peticiones de lluvia es una experiencia fascinante que nos muestra los mundos diversos que coexisten en la Costa Chica de Oaxaca, y es una verdadera lástima que ninguno de los tres niveles de gobierno voltee a ver esta riqueza de manifestaciones, solo activadas por un nivel no reconocido en nuestras leyes: los gobiernos tradicionales del pueblo Nuu Savi.
Publicado en Periódico Opinión. Año 1. No. 13. 16 de mayo 2008. Pinotepa Nacional, Oaxaca
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