Por: Fco. Ziga. Púrpura AC.
Costa Chica de Oaxaca, noviembre de 2015.
El primer contacto que tuve con una computadora fue con la que tenía la Universidad Autónoma Chapingo en la primera mitad de la década de los ochenta. Era una máquina que estaba alojada en el actual Departamento de Sociología Rural, y lo que hacía era procesar datos. Los alumnos llevábamos nuestros datos de observaciones en cuadros e íbamos “capturando” dato por dato en una máquina perforadora de tarjetas. Estas eran entregadas a una persona responsable y al día siguiente nos entregaban los resultados estadísticos de medidas de tendencia central y de dispersión, impresos en hojas de papel continuo.
Para mediados de los ochenta empezaron a llegar las primeras computadoras personales a Chapingo. Estas ya tenían procesadores de texto y hojas de cálculo. Sin embargo, dado el escaso número de máquinas respecto a la población estudiantil, el acceso estaba restringido.
Hacia 1994, el Instituto Nacional Indigenista, donde prestaba mis servicios, empezó a automatizar sus procesos administrativos, de seguimiento y evaluación, adquiriendo las primeras computadoras. De la misma manera, su uso estaba restringido a personal capacitado en su operación y no todo el personal tuvo acceso.
Con la aprobación de mi ingreso en 1999 a un programa de Maestría en Desarrollo Rural Regional, tuve que tomar un breve curso en manejo de Microsoft Word, que así lo exigía el programa. La primera PC propia la adquirí en en ese mismo año, contando con Windows 97 como sistema operativo. Pronto me percaté de las debilidades del sistema, pues los programas maliciosos estaban a la orden del día.
Las primeras noticias de otros sistemas operativos las tuve hasta 2007-2008. Algunos amigos hablaban de los sistemas Macintosh para ediciones de video y procesadores de texto, otros hablaban de Linux como un sistema sin virus y del uso de contraseñas de seguridad del sistema, pero todo parecía de difícil acceso por lo caro como por lo desconocido. Para 2008 recibía una información más consistente: era posible instar Linux en una PC. En Café Adobe de Pinotepa, entre las conversaciones del tema de tesis de antropología por las ENAH, sostenidas con mi amigo Erick Fuentes Horta, se fue filtrando el uso de Linux. En la terminal de autobuses de Pinotepa Nacional pude ver por vez primera la interfaz de Ubuntu. Traía particionado el disco duro de su laptop con Windows y Ubuntu. Me enseño que efectivamente captaba las redes inalámbricas y soltó: “Mi novia ya migró totalmente a Ubuntu, yo aún no. Mis amigos que quieren desinfectar sus memorias, vienen conmigo y eliminamos los virus en esta computadora”. ¡Yo estaba fascinado! Me informó brevemente del mecanismo de instalación y me pasó dos nombres de portales: <ubuntu.es> y <ubuntu.mx>.
Hacia mediados de 2009 me enteré de la distribución mexicana de Linux llamada Jarro Negro, sin embargo, por lo complejo del proceso de particionado, no pude instalarlo. En noviembre, mediante Get Ubuntu, solicité a Cannonical por correo electrónico, un disco de instalación, el cual se me hizo llegar por correo postal. Para entonces ya había migrado totalmente a Ubuntu, participando en los foros ya citados.
Entre 2010 y 2013, en el Doctorado en Ciencias Agrarias en Chapingo, tuve la oportunidad de utilizar varias versiones de Ubuntu para la elaboración de textos y presentaciones generadas con LibreOffice, guardando archivos con extensiones compatibles. Para mayo de 2010, en las mesas redondas “Actualidad del pensamiento de Marx” realizadas en la Sala de Usos Múltiples de Sociología Rural, en la ponencia “Marx y Heidegger. Un cambio del sentido de revolución social”, pensaba que el reposicionamiento de los actores sociales, necesario en un proceso de cambio, tenía que ver con las transformaciones del “ahora”, citando dos ejemplos vigentes: el uso del software libre y del copyleft. Me parece que era una forma de salirse de la trampa comercial de Microsoft, lo cual conducía a formas de relación colaborativas, descentrando el aspecto mercantil de la tecnología. Decía en ese momento que así como en el caso del software libre, habría que proceder con otros campos de acción humana. En ese sentido, el software libre representaba una revolución.
También en Chapingo tuve la oportunidad de participar en el Taller “Introducción al software libre”, impartido por entusiastas miembros del Grupo Promotor de Software Libre-Chapingo. Además en el Centro de Cómputo de Posgrado conocí otras distribuciones como Open Suse y Fedora. Para 2013 instalé Debian en una laptop de escasos recursos, descubriendo sus consistencia y robustez, pero también su complejidad en el dominio del sistema.
Ya para 2012, las conversaciones con el Dr. Nemesio Rodríguez, tornaban también sobre el Software Libre. Al final, en el entusiasmo común, el decidió instalar Linux en los ordenadores de la Oficina del PUMC-UNAM, donde es coordinador, y en la computadora de su uso personal. El Dr. Rodríguez, siempre que puede, también promueve el uso de estos sistemas.
Para 2014, se tenía instalados Ubuntu y Debian en 5 ordenadores pertenecientes al PUMC-UNAM, los cuales estaban en comodato con Púrpura, Investigación y Asesoría para el Desarrollo, A.C. del cual formo parte. Los proyectos relacionados con el uso del software libre son un programa de vivienda en Costa Chica y un ejercicio de planeación estratégica en la Unión de Organizaciones Regionales Indígenas, con sede en San Pedro Jicayán, Oaxaca. Aquí utilizamos LibreOffice para textos y hojas de cálculo, Iceweasel como navegador, GIMP y Kolourpaint para editar imágenes, VLC para reproducir audio de grabaciones de entrevistas y MAT para eliminar metadatos. El documento final, cuyos derechos los tiene la organización, fueron registrados en la modalidad de copyleft en la plataforma de Creative Commons, Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas.
Las expectativas que se tienen para lo que resta de 2015 y 2016, van hacia la impartición de talleres sobre “Introducción al software libre” y la constitución de Comunidades de Aprendizaje, que apunten hacia un Colectivo Regional de usuarios.
De manera personal, el conocimiento y uso del software libre ha representado una apertura y un sentido verdadero de libertad; lo libre del software se trasmina, creando un sentido de no ataduras, así como de pertenencia hacia las comunidades de usuarios y desarrolladores. El asunto de experimentar, buscar soluciones a problemas y compartir, no es de poca importancia. Lo que también se valora es el dejar en paz los bolsillos por ejercer gastos por pago de licencias de programas ineficientes.
No cabe duda, el software libre es una alternativa a la educación domesticadora, así como una ventana hacia la libertad.
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