Dr. JF Ziga Gabriel.
Jamiltepec de mil colores nace como una apuesta autogestiva de artistas y amigos pre-ocupados por la necesidad de contar con espacios de promoción y desarrollo del arte en varios de sus ámbitos. Cobijados por los adobes legendarios de La casona del centro, edificio del Siglo XIX aún en pie, desarrollan esta primera experiencia colectiva, para dar abrigo a los productos culturales de tres jóvenes pintores malacateros: Leonides Rendón, Heladio Olmedo y Alexis Bautista, así como al trabajo de piezas artísticas de madera de manos de Josué Ibarra, originario de Santa María Huazolotitlán, Oaxaca.
El conjunto de obra es una lluvia de color, una cascada exultante de visiones, como arcoiris costeño; como espectáculo de nubes altas de octubre que descomponen la luz de la entidad solar y nos entrega un abanico de tonalidades y matices; como el verdor en tono multivariado de los días más intensos de lluvia de verano.
Rendón nos propone, en cascada pluvial de gotas de agua-marina, peces verdiazules, insectos diminutos y toda suerte de geometrías de la vida cotidiana, la presencia cultural afromexicana, indígena y mestiza, acrisolada en el ser y estar del campo costeño, de guitarras, chilenas y cangrejos de inicio de lluvias, de mujeres esbeltas de pozahuanco y torso desnudo difuminadas en petates, de personajes oníricos y perros que se transfiguran en insectos.
La lluvia de temporalidades es propuesta por Olmedo, quien en un atrevido movimiento de pensamiento, mezcla diversos momentos de nuestra costeñía, desde los tiempos míticos y precuauhtémicos, hasta las actualidades diversas. Su apuesta es un cuestionamiento del tiempo como entidad opresora destacando su particularidad como bien colectivo.
Bautista nos planta en la madre tierra, en un tronco inmemorial que renace cíclicamente y no muere, donde el verdor de vida vence a lo inerte y lo femenino cobra sentido en la fertilidad que produce la vida; en el reino vegetal, primigenio, anterior a lo animal, sin el cual no existe; en el árbol de cacahuananche, sustento de la tecnología rural y de la cultura de la tierra nuestra.
Ibarra es un maestro del volumen. Educado de la tradición artística huazoloteca del tallado en madera, rescata de la tierra el huanacaxtle, impide su degradación natural y fija, para bien del patrimonio estético costeño, animales de ensueño, nahuales que nos cuidan, y, en una simbiosis singular, entrecruza su arte con Rendón, quien reviste de color el arte natural de Ibarra, formulando un circuito genial que resulta en obra colectiva.
Jamiltepec de mil colores es como un espejo, porque nos muestra tal cual somos, en nuestra diversidad enriquecedora, en nuestra verdad de gente alegre y creativa, hospitalaria y buena. Que los mil colores presentes en esta muestra se multipliquen y se derramen siempre en la Casa de adobes.
2/15/2017
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